miércoles, 31 de enero de 2018

VIAJE A CHINA, COREA Y JAPÓN. DEL MONASTERIO DE KOYA A KYOTO

Miércoles 31/1/2018.  Pensé que no iba a poder dormir pero no fue así.  Me desperté a las 4,30. Me vestí y fui a lavarme los dientes al baño que quedaba a 80 metros. Desayuné mis provisiones y me hice café instantáneo, con el agua que le pedí a uno de los monjes.
A las 6,30 había práctica de meditación,  pero el salón donde lo hacían era demasíado frio, así que no fui.
Pasé por alto el desayuno macrobiotico y a las 8 salimos hacia Kyoto.


Así era el cuarto en el monasterio, por eso estaba tan frío.






A las 10 llegamos al New Miyako Hotel, que está enfrente a la Estación Kyoto del tren bala. Alli se quedaron algunos de los pasajeros, dejamos nuestras valijas y salimos otra vez
Fuimos al templo shintoista de Fushimi, donde hay gran cantidad de Torii,  que son las puertas color naranja que indican la entrada. La gente va alli a rezar, pero también a comer y a divertirse.








Comí salchichas y pollo en pincho. Gran cantidad de tiendas que venden amuletos, y vasijas para tirar monedas y adivinar el futuro, los japoneses son muy supersticiosos.



 Había chicas paseando vestidas con kimono.




Después visitamos el Palacio Imperial, que es ahora un museo porque el emperador vive en Tokyo. Una serie de pagodas separadas unas de otras por enormes extensiones de canto rodado, no me gustó.






La siguiente visita fue al Templo de Kinkakuji, que tiene una construcción dorada sobre un lago, impactante. Aquí también vendían amuletos y había juegos para adivinar el futuro.






Gareth, que no se parece en nada a mi con respecto a la comida, se compró un helado de sésamo negro.


Y por último fuimos a la zona de Gion, que es el barrio de las geishas,  pero no vimos ninguna.


A eso de las 6 de la tarde llegamos otra vez al hotel. Descansamos un rato y volvimos a salir porque Gareth quería ver una tienda que se llama Don Quijote y que estaba a 300 metros.
Don Quijote, más que una tienda,  resultó ser un híper. Muy desordenado y repleto de mercaderia, compramos una mochila, un bolso y snacks raros,  además de dentífrico y manteca de cacao. En el momento, mostrando mi pasaporte, me devolvieron el 8% de IVA de lo que no eran alimentos.


Volvimos al hotel, había leído que había eclipse de luna y que el mejor lugar para verlo era Japón.  Había luna llena y la vimos ocultarse,  pero el cielo no se puso rojo como habían anunciado.Desde mi ventana veía pasar los trenes bala.

 











VIAJE A CHINA, COREA Y JAPÓN. KOBE, OSAKA Y EL MONASTERIO BUDISTA

Martes 30/1/2018. Desayuno muy japonés. Me extrañó ver palmeras en Matsuyama, frente al hotel.


Salimos a las 8, pasamos el mismo puente colgante Naruto y después otro puente más. Alli había una ciudad muy grande llamada Abashi. A las 9,30 llegamos a Kobe. Esta ciudad es famosa por la carne vacuna que se vende allí y que es muy cara. Es una ciudad nueva como la mayoría de las que vi.  En Kobe hubo un gran terremoto en 1994 que la destruyó.
Es un gran puerto, como la mayoría de las ciudades japonesas que vimos está sobre el mar. Hay una autopista de dos pisos que se ve desde la entrada del Museo.




 

Allí fuimos al Museo Marítimo,  donde había maquetas de barcos, una góndola veneciana y mascarones de proa, y en otro sector el Museo Kawasaki. Yo pensaba que era una marca de motos, pero también fabrican trenes bala, vagones de subte,  barcos y hasta helicópteros con licencia de Boeing. También había un maqueta con la zona del puerto.











Aquí está la autopista de dos pisos.


Volvimos al bus y a las 12 llegamos a Osaka (la pronuncian esdrújula). Allí bajaron cinco mexicanos, y el resto seguimos viaje hacia las afueras. Paramos en un negocio muy grande en la ruta para comprar provisiones, porque vamos hacia el monasterio. Comimos en el bus.
Subimos hacia la montaña y bajamos en el templo de Kongobuji del siglo XVI.


 












Había nieve a los costados del camino, y hacía mucho frio, se me congelaron los pies, por eso no bajé en el cementerio, que fue la siguiente visita.
Y llegamos al Monasterio, el frío se sentía fuerte. Nos sacamos los zapatos en la entrada y nos pusimos unas chinelas que había allí.  Fuimos a un salón que era como un gran freezer y nos sentamos en el piso para hacer una práctica de respiración.  Hacia tanto frio que cuando uno sacaba el aire por la boca salia humo.


Nos dieron las habitaciones,  que eran lindas, con tatami y colchones en el piso con acolchados muy pesados y un split puesto en 30 grados. Pero las paredes exteriores son de vidrio y luego otras de papel y vidrio, y entonces el calor se escapa.



A las 6 sirvieron la cena de comida macrobiótica en mesitas bajas, pero yo ya había comido mis provisiones. También había tomado café,  uno de los monjes me dió un termo con agua caliente.
Había Internet pero no era bueno. A las 7 me fui a dormir vestida. Los baños son comunes y ni pensar en bañarme,  durante la noche me fui sacando los pantalones y el buzo para no dormir totalmente vestida.