Martes
4/8/2015. Mi B&B en Derry era bastante básico, pero el desayuno era muy,
muy bueno, con scons y panqueques. Preparé mi equipaje y el dueño me llamó un
taxi. Llovía fuerte. Por supuesto que cuando llegamos a la estación de ómnibus
ya había salido el sol, hay mucha lluvia en Irlanda pero con pausas.
El Sr.
Google me volvió a engañar, no había bus a Belfast a las 10,47, pero había uno
a las 10,30 y otro a las 11.
Tomé el de
las 10,30 y llegué a Belfast a las 12,45. Son sólo 100 km, pero va haciendo
paradas.
Al salir
saqué las últimas fotos de Derry, al Town Hall, al Puente de la Paz y al río Foyle.
Había
quedado con Stephen, el dueño del departamento que alquilé en Belfast, en
llegar a las 13,30, así que pedí un mapa en la estación de ómnibus, y pregunté
por los ómnibus al aeropuerto de Dublín el domingo próximo. Como yo no sabía
que había ómnibus directos al aeropuerto desde todo el país, reservé un hotel
en Dublín cerca del aeropuerto para el sábado. Hay servicios los domingos cada
hora.
Tomé un
taxi para ir a Crumlin Road. El taxista era muy conversador, me preguntó de
donde era y me ofreció una visita guiada por la ciudad a 30 libras la hora. Un
poquito caro.
Los
Edenderry Lofts están en un edificio al oeste de Belfast, que según mi guía es
la zona protestante, no están lejos del centro. Stephen ya estaba allí,
haciendo la cama y pasando la aspiradora. El departamento es realmente
precioso, grande y luminoso. Hay lavarropas que también seca, lavaplatos,
heladera, microondas y freezer.
Me contó
que vive más al norte, cerca de Derry, y que compró este departamento para
venir a ver a su hija de 9 años, que vivía en Belfast con su ex esposa, pero
ellas se fueron a vivir al norte, así que lo alquila a turistas. Me mostró
donde se tira la basura, en la planta baja, donde dejarle la llave cuando me
vaya, en el buzón de la entrada, y donde tomar el ómnibus 57 al centro. Me dijo
que el departamento estaba libre el sábado y que me podía quedar, y me cobró
menos de la mitad de lo que había pagado originalmente por día. Todo una
maravilla, salvo que no hay Internet en el departamento, increíble cómo no me
di cuenta al contratarlo.
Se fue y
decidí ir al centro. El 57 pasa por la vereda de enfrente cada veinte minutos y
tarda doce minutos en llegar al Town Hall, en pleno centro de Belfast. Justo
allí hay un KFC, así que comi los “mediterranean bites”, pollo guisado en salsa
de tomate. Llovió mientras comía.
Tomé el
bus turístico, y el ticket tiene validez por tres días. Me senté en la parte de
arriba, pero empezó a llover otra vez, así que tuve que sentarme más adelante,
en la parte techada. Lamentablemente a la chica que iba explicando en inglés no
le entendía prácticamente nada. Pasó por el Castillo de Belfast, por murales en
las calles que recuerdan las épocas recientes de disturbios entre protestantes
y católicos y por la Queens University.
Es grande esta ciudad, mucho más grande que Dublín.
Tardó una
hora y media en dar la vuelta y volvió al Town Hall.
Allí averigüé donde tomar el
57 de vuelta a Crumlin Road, lo encontré y fui siguiendo el recorrido en mi
mapa.
Aquí al
lado hay una estación de servicio y un supermercado. Compré algunas
provisiones, aunque Stephen me dejó un ananá, jugo de naranja, manteca,
mermeladas, pan de brioche con chocolate y varias cosas más.
El
edificio es super silencioso, sólo se escuchan los autos que pasan por Crumlin
Road.
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