Lunes 24/4/2017. Me desperté a las 3 de la mañana, me duché y me quedé leyendo hasta que se hizo la hora de desayunar.
Conseguimos un mapa de la ciudad y fuimos a caminar. La Plaza Independencia es la principal y estábamos muy cerca. Debajo de la plaza hay un museo de arte moderno pero estaba cerrado por reparaciones.
Este es un puentecito para cruzar una acequia, que son tan características de Mendoza. La zona era un desierto y gracias a la buena administración del agua de deshielo tiene mucha vegetación, que recibe riego por este sistema. Los huarpes, indígenas que vivían en esta zona, ya usaban las acequias para cuidar el agua.
En uno de los lados de la Plaza Independencia está el escudo de la ciudad.
A las 10,30 volvimos y nos mudamos de hotel. La suite en el Cordón del Plata era muy amplia y luminosa.
El bus turistico funciona sólo de jueves a domingo, pero hay otro color naranja que se llama La Batea que hace un circuito por la ciudad y lo tomamos.
Fuimos por la Avenida Emilio Civit, donde hay muy lindas casas y que desemboca en el Parque San Martin, que es el pulmón de la ciudad y tiene 700 hectáreas.
Adentro del parque hay muchísima vegetación y los árboles están agrupados por especie. Hay esculturas y fuentes, todo muy cuidado.
También hay un lago artificial dentro del parque.
Subiendo al Cerro de las Rosas, que está dentro del parque, se ven las montañas y la ciudad, el paisaje es bellisimo.
Arriba del Cerro, el Monumento al Ejército de los Andes.
Esta es La Batea, el ómnibus descubierto que recorre la ciudad:
Bajando del cerro se ve el anfiteatro donde en el mes de marzo se festeja la Vendimia.
Una de las mansiones en la Avenida Emilio Civit:
Otra vez en el centro de la ciudad, recorrimos las plazas satélites -España, Italia, Chile y San Martín- que son equidistantes de la Plaza Independencia, pensadas para que la población tenga espacios al aire libre en caso de terremotos. Esta es la ciudad nueva, construida al oeste de la antigua ciudad fundada en 1561 y que el terremoto del año 1861 destruyó casi por completo.
Luego La Batea se dirigió al área fundacional, donde estaba la primera ciudad de Mendoza, al este de la actual.
Vimos las ruinas de la Iglesia de San Francisco destruida en gran parte en 1861.
Nos bajamos en la Peatonal Sarmiento para poder estar a las 2 de la tarde en el hotel porque nos venían a buscar para la excursión a las bodegas. Visitamos dos y una fábrica de aceite de oliva.
La primera fue Domiciano, en la cual vimos las vasijas donde se estaciona el vino y probamos varios.
Este es el logo de la marca. Domiciano cosecha las uvas de noche para retardar la fermentación. En el predio hay viñedos y al final de cada fila hay un olivo, que protege las vides, porque las plagas lo atacan primero. Con el mismo propósito a veces se usan rosales.
La segunda bodega que visitamos se llama Manuel de Villafañe, y sólo exporta, no vende en el mercado interno. Hay alrededor de 1000 bodegas en la zona. Allí también probamos vinos, algunos directamente de las vasijas.
Luego fuimos a Laur, que es una fábrica de aceite de oliva. En el parque había olivos llenos de aceitunas. Las verdes y las negras brotan de un mismo árbol, la diferencia de color sólo radica en el tiempo de maduración.
Yo no quise probar el aceite de oliva, pero sí las aceitunas, que eran exquisitas.Pregunté allí si se podían llevar frascos de aceitunas en la cabina del avión y me dijeron que no. Increíblemente tenían la información equivocada, al hacer el check in en el aeropuerto al volver me dijeron que sí se puede. Compré aceitunas verdes y negras.
La última visita fue a la Iglesia de la Virgen de la Carrodilla, patrona de los viñedos.
El Hotel Cordón del Plata, en compensación por habernos mandado a dormir la primera noche a otro hotel, además de la suite para los restantes días, nos dio un voucher para cenar en el hotel las dos noches siguientes.
Más tarde nos enteramos de que a las seis y media de la tarde había habido un terremoto en Valparaiso y se había sentido en la ciudad. A esa hora estábamos en una de las bodegas tomando vino y ni nos enteramos.
Conseguimos un mapa de la ciudad y fuimos a caminar. La Plaza Independencia es la principal y estábamos muy cerca. Debajo de la plaza hay un museo de arte moderno pero estaba cerrado por reparaciones.
Este es un puentecito para cruzar una acequia, que son tan características de Mendoza. La zona era un desierto y gracias a la buena administración del agua de deshielo tiene mucha vegetación, que recibe riego por este sistema. Los huarpes, indígenas que vivían en esta zona, ya usaban las acequias para cuidar el agua.
En uno de los lados de la Plaza Independencia está el escudo de la ciudad.
A las 10,30 volvimos y nos mudamos de hotel. La suite en el Cordón del Plata era muy amplia y luminosa.
El bus turistico funciona sólo de jueves a domingo, pero hay otro color naranja que se llama La Batea que hace un circuito por la ciudad y lo tomamos.
Fuimos por la Avenida Emilio Civit, donde hay muy lindas casas y que desemboca en el Parque San Martin, que es el pulmón de la ciudad y tiene 700 hectáreas.
Adentro del parque hay muchísima vegetación y los árboles están agrupados por especie. Hay esculturas y fuentes, todo muy cuidado.
También hay un lago artificial dentro del parque.
Subiendo al Cerro de las Rosas, que está dentro del parque, se ven las montañas y la ciudad, el paisaje es bellisimo.
Esta es La Batea, el ómnibus descubierto que recorre la ciudad:
Bajando del cerro se ve el anfiteatro donde en el mes de marzo se festeja la Vendimia.
Otra vez en el centro de la ciudad, recorrimos las plazas satélites -España, Italia, Chile y San Martín- que son equidistantes de la Plaza Independencia, pensadas para que la población tenga espacios al aire libre en caso de terremotos. Esta es la ciudad nueva, construida al oeste de la antigua ciudad fundada en 1561 y que el terremoto del año 1861 destruyó casi por completo.
Luego La Batea se dirigió al área fundacional, donde estaba la primera ciudad de Mendoza, al este de la actual.
Vimos las ruinas de la Iglesia de San Francisco destruida en gran parte en 1861.
Nos bajamos en la Peatonal Sarmiento para poder estar a las 2 de la tarde en el hotel porque nos venían a buscar para la excursión a las bodegas. Visitamos dos y una fábrica de aceite de oliva.
La primera fue Domiciano, en la cual vimos las vasijas donde se estaciona el vino y probamos varios.
Este es el logo de la marca. Domiciano cosecha las uvas de noche para retardar la fermentación. En el predio hay viñedos y al final de cada fila hay un olivo, que protege las vides, porque las plagas lo atacan primero. Con el mismo propósito a veces se usan rosales.
La segunda bodega que visitamos se llama Manuel de Villafañe, y sólo exporta, no vende en el mercado interno. Hay alrededor de 1000 bodegas en la zona. Allí también probamos vinos, algunos directamente de las vasijas.
Luego fuimos a Laur, que es una fábrica de aceite de oliva. En el parque había olivos llenos de aceitunas. Las verdes y las negras brotan de un mismo árbol, la diferencia de color sólo radica en el tiempo de maduración.
Yo no quise probar el aceite de oliva, pero sí las aceitunas, que eran exquisitas.Pregunté allí si se podían llevar frascos de aceitunas en la cabina del avión y me dijeron que no. Increíblemente tenían la información equivocada, al hacer el check in en el aeropuerto al volver me dijeron que sí se puede. Compré aceitunas verdes y negras.
La última visita fue a la Iglesia de la Virgen de la Carrodilla, patrona de los viñedos.
El Hotel Cordón del Plata, en compensación por habernos mandado a dormir la primera noche a otro hotel, además de la suite para los restantes días, nos dio un voucher para cenar en el hotel las dos noches siguientes.
Más tarde nos enteramos de que a las seis y media de la tarde había habido un terremoto en Valparaiso y se había sentido en la ciudad. A esa hora estábamos en una de las bodegas tomando vino y ni nos enteramos.
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