Domingo 1/9/2013. También me desperté a la noche porque me molestaban
las picaduras. A las 8 desayuné, hoy había torta de naranja y mermelada casera
de maracujá, una delicia.
Desde mi terraza se ve salir el sol del cerro brasileño al otro lado del río.
Había una señora esperando en la Terminal , rubia, de ojos claros, como tanta gente
en la zona, descendientes de los colonos alemanes y polacos. Tenía la piel de
los brazos con manchas. Me contó que vivía allí en una chacra, que criaba
chanchos y gallinas, y que para ella era un problema tener la piel tan blanca,
porque el sol es muy fuerte en la zona y tenía que hacer tratamientos
permanentemente. También me contó que su padre era alemán, pero que ella no
hablaba el idioma. Habló conmigo en español, y al rato con el guarda del
ómnibus en portugués, al ser una zona de frontera son todos trilingues: hablan
también portugués y guaraní.
Me tomé el Expreso Prox a San Vicente. Tardó una hora para hacer 50
km, era un ómnibus desvencijado, las puertas no cerraban bien y había diarios
en el piso. En el trayecto subió y bajó mucha gente.
En la Terminal
de San Vicente esperé el ómnibus que iba a Iguazú. Salió a las 14 y llegó a las
19.15. Pasamos por San Pedro, Eldorado, Puerto Esperanza y Wanda. Me llamó la
atención la cantidad de chicas muy jóvenes -de 20 años o menos- con dos o tres
bebés. Mucha gente subía y bajaba en los pueblos, probablemente por ser
domingo. En el camino, muchas araucarias, ese árbol tan pintoresco que también crece en la Patagonia.
Mi hotel estaba a tres cuadras de la Terminal , llegué
enseguida. Salí a comer algo y me fui a dormir.
Lunes 2/9/2013. Me desperté a las 7 y llovía fuerte. Desayuné y fui a
la oficina de turismo a preguntar qué se podía hacer en Iguazú un día de
lluvia. Todas las atracciones son al aire libre, salvo el Duty Free Shop en la
frontera con Brasil.
Tomé un ómnibus que me llevó hasta allí, pasé por Migraciones y caminé
200 metros hasta llegar. Recorrí el lugar, compré algunos chocolates y volví a la ciudad en el mismo ómnibus.
Me senté a comer en un restaurante frente al hotel que tenía wifi y
leí.
A las 6 de la tarde me vino a buscar una combi que me recomendó el
hotel y me llevó al aeropuerto. Llovió sin parar por lo menos desde las 7 de la
mañana hasta las 4 de la tarde.
Mi vuelo salió a las 9 de la noche y llegó a Buenos Aires a las 11.
Fue un muy lindo viaje.