Jueves 29/8/2013. Desayuné temprano, era la única pasajera del hotel. Se
estaban preparando para la temporada de verano, había gente trabajando en la
pileta y en la terraza. Había arreglado con el remisero para que me viniera a
buscar a las 8,30 para ir a la casa de Horacio Quiroga antes de irme a El
Soberbio. Pagué la cuenta del hotel y dejé mi valija y fuimos para allá. Según
el remisero una señora vivía allí, pero por veinte minutos nadie contestó los
llamados. Nos estábamos por ir cuando apareció un chico muy joven que abrió la
puerta y me mostró objetos personales de Quiroga que hay en una habitación, los
jardines desde donde se ve el río Paraná y el Paraguay en la orilla de
enfrente.
Hay dos casas de Quiroga en el lugar, en las cuales vivió sucesivamente,
la primera de madera, y la segunda de piedra. Están en reparaciones y no se puede entrar.
Quienes leyeron los cuentos de Quiroga reconocerán en el ángulo inferior derecho de este mural que hay en el museo los personajes del cuento "La gallina degollada":
Pasé por el hotel a buscar mi valija y el remise me dejó en la Terminal.
En la ruta, un vendedor de naranjas:
A partir de Dos de Mayo el paisaje cambió y aparecieron colinas.
En la Terminal
de El Soberbio, bastante precaria, me dijeron que a las 17,30 pasaba el único
ómnibus del día a Puerto Paraíso (faltaban casi tres horas) y que si quería ir
antes tenía que tomar un remise. También averigüé que para ir a Iguazú el
domingo tenía que tomar el ómnibus que sale a las 12 de El Soberbio y me deja
en San Vicente y a las 13,30 otro que sale de San Vicente y va a Iguazú.
Caminé hasta la remisería que estaba a tres cuadras y me llevaron al Lodge La Misión , en Puerto Paraíso.
Le pedí al remisero que me viniera a buscar el domingo para estar a las 12 en El
Soberbio. Del hotel hasta allí son 36 kilómetros.
Desde mi terraza se veía el río Uruguay. Este lugar es muy grande, y las
cabañas están diseminadas por el parque.
Ni bien llegué me dijeron que los Saltos del Moconá no están visibles.
El río está crecido y los tapa, una desilusión, tendré que volver a Misiones a
verlos. Me senté en la terraza a leer, estaba cansada, y tenía tres días para
explorar el lugar.
A las 8 sirvieron la cena en el House. Mientras esperaba la cena
charlé con cuatro hombres que vinieron desde BA hasta aquí en moto. Tenía tanto
hambre (no había comido nada desde el desayuno) que hasta comí tarta de
zapallitos. Después había canelones con salsa blanca y budín de pan con crema.
El silencio era total. Hacía frío pero había un split frío-calor en el cuarto.
Mi habitación era la primera de la serie y estaba a veinte metros del
House, en la terraza tenía wifi.
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