Domingo 27/7/2014.
Salimos temprano, vimos el edificio del Ayuntamiento de Limoges y, enfrente,
una espectacular fuente de porcelana.
Visitamos la fábrica de
porcelana, y el único horno antiguo que queda de los muchos que había en
Limoges.
Thierry nos explicó el proceso, desde la preparación de la pasta, con
caolín, feldespato y cuarzo, los moldes, la
primera cocción a 900 grados por 60 horas, el enfriamiento y la segunda cocción
a 1400 grados. Estuvimos dentro mismo del horno antiguo que atendían 75
personas, entre ellos algunos niños. Había que agregar leña permanentemente
para mantener la temperatura. La leña bajaba por el río Vienne y en Limoges
recuperaban los troncos. Actualmente se usa gas y electricidad.
Allí venden piezas. Había
algunas muy caras, pero también platos a 7 euros.
De allí fuimos a Collonge
la Rouge , un
pueblito de 400 habitantes muy pintoresco. Todos los edificios eran de color
rojizo.
Vuelta al bus rumbo a la Cueva de Padirac. Un gran
agujero en la tierra, ascensores y escaleras que bajaban y un río subterráneo
–al que no llegué- para recorrer en barca.
Bajé una escalera, dos
ascensores y una nueva escalera. Los escalones estaban húmedos, y cuando miré
hacia abajo estaba oscuro. Me pareció muy tenebroso y decidí volver. Arriba
había un bar y me quedé tomando cerveza con varios del grupo que habían
decidido no bajar.
A las 5 de la tarde llegamos
a Rocamadour, un pueblo en tres niveles. En el de arriba está el hotel. Bajando
por un camino en zigzag varias iglesias, y más abajo, por ascensor, una calle
con puertas de piedra y negocios.
Subí con Rita en ascensor
al segundo nivel y en funicular al nivel del hotel.
Cenamos en el restaurante
que está a 50 metros del hotel. Me dio cierta aprensión comer pato, pero estaba rico. En
francés se dice “canard”.
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