Jueves 24/7/2014. Después
de desayunar, salimos temprano hacia el Monte Saint Michel. Fueron casi dos
horas de viaje por Normandía, todo el paisaje campos sembrados.
Paramos en una playa de
estacionamiento, y caminamos para tomar unos ómnibus grises y cuadrados que nos
acercaron a la abadía. Originalmente era una isla cuando subía la marea, y en este momento
están construyendo una pasarela que lo comunicará permanentemente con tierra
firme. Al bajar de los ómnibus grises, hay que caminar en subida y seguir
subiendo rampas y escaleras hasta llegar a la iglesia que está en la parte más
alta.
Adentro de la ciudadela
hay por lo menos un hotel, restaurantes y tiendas. Todo es piedra. Es increíble
la cantidad de gente que lo visita, y parece un negocio fabuloso.
Volvimos a tomar un
ómnibus gris y a caminar hasta encontrar nuestro bus, con el cual seguimos
camino y llegamos a Bretaña. Allí paramos en Saint Maló, puerto muy bonito con
murallas y casas de piedra.
Luego fuimos a otro
pueblo precioso de Bretaña llamado Dinan.
En camino a Rennes el
cielo negro anunciaba tormenta y empezó a llover muy fuerte y granizó durante
diez minutos. Las piedras golpeaban sobre el techo del bus y sobre los vidrios.
Llegamos tarde a Rennes.
Seguía lloviendo. Comí en el restaurante del hotel y tomé vino rosé.
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