Domingo 25/10/2015. Día de elecciones nacionales en Argentina. Si Esquel es supertranquila habitualmente, el día de las elecciones no había un alma en la calle. Fui hasta la Oficina de Turismo para averiguar si hacían feria artesanal en Trevelin. No sabían, llamaron a Trevelin y tampoco tenían idea.
Allí enfrente había una escuela, y una fila de gente para votar, allí estaban todos los que no se encerraron en sus casas.
Fui a la Comisaría para conseguir un certificado y poder justificar porqué no voto, estoy a más de 500 km de Buenos Aires y votar es obligatorio en Argentina.
Quise encontrar un lugar donde comer y todo estaba cerrado, me compré un sandwich en el bar del Automóvil Club y volví al hotel.
A las dos de la tarde llamé a la Oficina de Turismo de Trevelin y seguían sin saber si iba a haber feria, así que desistí y me quedé leyendo y empacando para irme mañana a Bariloche.
A las 9 de la noche prendí la televisión para ver los resultados de la votación, recién estuvieron después de las 11 de la noche, y fueron una agradable sorpresa.
Lunes 26/10/2015. Desayuné, hice el check out y me fui en taxi a la terminal de ómnibus para viajar a Bariloche.
Salió puntual a las 9,30, paró en El Hoyo y en El Bolsón, y a las 13,30 estaba en Bariloche. Después seguía a Córdoba, y llegaba hasta Jujuy.
Al lado mío, pasillo de por medio, viajaba una chica con un bebé. Nos pusimos a conversar y me contó su historia. Era cordobesa y médica, se casó muy joven y tuvo dos hijos. Cuando el menor tenía seis meses, enviudó. Cuando sus hijos tenían nueve y once años se vino a vivir a Esquel, porque quería ser médica rural. Ahora sus dos hijos mayores tienen 18 y 20, y están en Córdoba estudiando medicina. Ella tuvo otra pareja, y el bebé que viajaba con ella, pero estaba separada. Me contó que tenía tres trabajos: en el hospital de Esquel, en una clínica privada y en el ejército. Iba a Córdoba a encontrarse con su familia y a revalidar su título, porque ese examen le permitía subir de categoría en su trabajo. Me dijo que hay localidades que están aisladas, sobre todo en invierno, y que a veces tenía que ir a ver pacientes a caballo o cruzar ríos en balsa para llegar. Fascinante historia de vida.
De la terminal de Bariloche tomé un taxi para ir a mi hotel, que está a menos de 200 metros del Centro Cívico.
Esta es la vista desde mi ventana:
Salí a comer algo, contraté dos excursiones y llamé a mis amigas de Bariloche para encontrarnos a cenar mañana.
Caminé por la orilla del lago, ví otra vez el Centro Cívico y compré chocolates.
Allí enfrente había una escuela, y una fila de gente para votar, allí estaban todos los que no se encerraron en sus casas.
Fui a la Comisaría para conseguir un certificado y poder justificar porqué no voto, estoy a más de 500 km de Buenos Aires y votar es obligatorio en Argentina.
Quise encontrar un lugar donde comer y todo estaba cerrado, me compré un sandwich en el bar del Automóvil Club y volví al hotel.
A las dos de la tarde llamé a la Oficina de Turismo de Trevelin y seguían sin saber si iba a haber feria, así que desistí y me quedé leyendo y empacando para irme mañana a Bariloche.
A las 9 de la noche prendí la televisión para ver los resultados de la votación, recién estuvieron después de las 11 de la noche, y fueron una agradable sorpresa.
Lunes 26/10/2015. Desayuné, hice el check out y me fui en taxi a la terminal de ómnibus para viajar a Bariloche.
Salió puntual a las 9,30, paró en El Hoyo y en El Bolsón, y a las 13,30 estaba en Bariloche. Después seguía a Córdoba, y llegaba hasta Jujuy.
Al lado mío, pasillo de por medio, viajaba una chica con un bebé. Nos pusimos a conversar y me contó su historia. Era cordobesa y médica, se casó muy joven y tuvo dos hijos. Cuando el menor tenía seis meses, enviudó. Cuando sus hijos tenían nueve y once años se vino a vivir a Esquel, porque quería ser médica rural. Ahora sus dos hijos mayores tienen 18 y 20, y están en Córdoba estudiando medicina. Ella tuvo otra pareja, y el bebé que viajaba con ella, pero estaba separada. Me contó que tenía tres trabajos: en el hospital de Esquel, en una clínica privada y en el ejército. Iba a Córdoba a encontrarse con su familia y a revalidar su título, porque ese examen le permitía subir de categoría en su trabajo. Me dijo que hay localidades que están aisladas, sobre todo en invierno, y que a veces tenía que ir a ver pacientes a caballo o cruzar ríos en balsa para llegar. Fascinante historia de vida.
De la terminal de Bariloche tomé un taxi para ir a mi hotel, que está a menos de 200 metros del Centro Cívico.
Esta es la vista desde mi ventana:
Salí a comer algo, contraté dos excursiones y llamé a mis amigas de Bariloche para encontrarnos a cenar mañana.
Caminé por la orilla del lago, ví otra vez el Centro Cívico y compré chocolates.
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