Martes 26/1/2016. Muy buen desayuno en el Hotel Tara Angkor. El clima era agradable por fin, no hacía el calor de Bangkok ni el frío de Hanoi.
Esto se ve desde mi ventana, que da al frente del hotel.
Esto se ve desde mi ventana, que da al frente del hotel.
Este es un patio interior muy agradable.
Flores de loto en el lobby:
El recinto llamado Angkor Thom donde están los templos tiene varias entradas y es enorme. Frente a cada entrada hay una fila de dioses y una de demonios, pujando por conseguir el elixir de la inmortalidad. Hay miles de turistas occidentales y orientales.
Pasamos por el portal del recinto del Palacio Real y por un árbol sorprendente que se llama “spung” y llegamos al Palacio del Aire.
Subimos al ómnibus y fuimos a un restaurante a comer. Avisé que no comía verduras ni pescado, y me trajeron comida levemente modificada con respecto a los demás.
Tomé cerveza camboyana.
Después de comer fuimos a ver el Angkor Wat, el más famoso, el que aparece en la bandera de Camboya y en los billetes. Esta sobre un lago artificial y aunque en la foto más difundida parece que tiene tres torres, en realidad tiene cinco.
Tomé cerveza camboyana.
Después de comer fuimos a ver el Angkor Wat, el más famoso, el que aparece en la bandera de Camboya y en los billetes. Esta sobre un lago artificial y aunque en la foto más difundida parece que tiene tres torres, en realidad tiene cinco.
Subimos hasta el segundo nivel viendo las torres y los bajorrelieves que cuentan en imágenes la historia del pais. Para subir al tercer nivel había que hacer una fila de veinte minutos. Le pregunté a Vong como salir, ya estaba muy cansada. Preguntando llegué al estacionamiento de los buses, y por lo menos caminé ocho cuadras. Me compré una coca cola para reanimarme y esperé más o menos media hora. Todos los ómnibus son parecidos y no podía identificar el nuestro, así que tomé un tuc tuc y volví al hotel.
Todavía faltaba un templo más, pero yo ya no lo podía apreciar. Estaba agotada, ya hacía mucho calor.
Vong ofreció un espectáculo de danzas con cena, pero yo decidí no ir, detesto esos shows para turistas. Me quedé en el hotel y pedí el room service, comí un pollo exquisito relleno con jamón y queso.
Bruni decidió ir y volvió a las diez de la noche.
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