Lunes 30/10/2017. A las 8 de la mañana me vino a buscar Mirko para ir a Mixco Viejo, un sitio arqueológico al oeste de la capital.
Fueron casi tres horas de viaje. Paramos en el camino en un pueblo llamado San Juan de Sacatepequez donde había un mercado de flores y frutas.
Esta fruta en primer plano tiene cáscara roja con pelos y por dentro es blanca, se llama licha.
Este es un colectivo de Guatemala, los llaman "chicken buses", y dicen que el nombre se lo pusieron los turistas porque tienen portaequipajes y los pasajeros llevan toda clase de bultos que colocan arriba, entre ellos pollos vivos.
Llegamos al sitio arqueológico y entramos por un pasadizo angosto.
Aquí, como en el cementerio de Chichicastenango y como en muchas iglesias, los mayas vienen a hacer sus ceremonias.
Parecía que no habia nadie, pero al entrar encontramos a un grupo de chicos que jugaban.
Era una ciudad construida en lo alto de la montaña rodeada de precipicios.
Este es el juego de pelota infaltable en las ciudades mayas.
Había miles de bichos que me atacaron, los espantaba con mi chal como le vi hacer al guia en Tikal. Salimos por el mismo pasadizo por el cual habiamos entrado.
Volvimos a la Antigua, tardamos más de dos horas. Le pedí a Mirko que me dejara en el Pollo Campero.
Después tomé un café y comi una torta de nueces de macadan en un bar frente a la Plaza, mientras miraba cómo podaban los árboles y les daban forma redonda.
Volví al hotel, hice la valija y me fui a dormir temprano, porque mañana regreso a Buenos Aires.
Martes 31/10/2017. A la mañana, al despertarme, ya tenía hinchados las piernas y los antebrazos por las picaduras. En el avión que me llevó a Costa Rica pedí hielo y me hizo bien. Cuando llegué a Bogotá debía esperar varias horas, pregunté a un policía y me mandó al servicio médico del aeropuerto. Alli me dieron un antihistamínico que me alivió. Estaba un poco menos molesta cuando tomé el avión a Santiago. Entre el vino chileno y varios capítulos de The Big Bang Theory pasé bastante bien el viaje.
Miércoles 1/11/2017. Nunca me siento en la ventana, pero esta vez lo hice para ver el Aconcagua, pero había muchas nubes sobre la cordillera y no pude verlo.
Siempre es un espectáculo llegar a Buenos Aires, de día y de noche.
Fueron casi tres horas de viaje. Paramos en el camino en un pueblo llamado San Juan de Sacatepequez donde había un mercado de flores y frutas.
Esta fruta en primer plano tiene cáscara roja con pelos y por dentro es blanca, se llama licha.
Este es un colectivo de Guatemala, los llaman "chicken buses", y dicen que el nombre se lo pusieron los turistas porque tienen portaequipajes y los pasajeros llevan toda clase de bultos que colocan arriba, entre ellos pollos vivos.
Llegamos al sitio arqueológico y entramos por un pasadizo angosto.
Aquí, como en el cementerio de Chichicastenango y como en muchas iglesias, los mayas vienen a hacer sus ceremonias.
Era una ciudad construida en lo alto de la montaña rodeada de precipicios.
Este es el juego de pelota infaltable en las ciudades mayas.
Había miles de bichos que me atacaron, los espantaba con mi chal como le vi hacer al guia en Tikal. Salimos por el mismo pasadizo por el cual habiamos entrado.
Después tomé un café y comi una torta de nueces de macadan en un bar frente a la Plaza, mientras miraba cómo podaban los árboles y les daban forma redonda.
Volví al hotel, hice la valija y me fui a dormir temprano, porque mañana regreso a Buenos Aires.
Martes 31/10/2017. A la mañana, al despertarme, ya tenía hinchados las piernas y los antebrazos por las picaduras. En el avión que me llevó a Costa Rica pedí hielo y me hizo bien. Cuando llegué a Bogotá debía esperar varias horas, pregunté a un policía y me mandó al servicio médico del aeropuerto. Alli me dieron un antihistamínico que me alivió. Estaba un poco menos molesta cuando tomé el avión a Santiago. Entre el vino chileno y varios capítulos de The Big Bang Theory pasé bastante bien el viaje.
Miércoles 1/11/2017. Nunca me siento en la ventana, pero esta vez lo hice para ver el Aconcagua, pero había muchas nubes sobre la cordillera y no pude verlo.
Siempre es un espectáculo llegar a Buenos Aires, de día y de noche.
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