Viernes 4/4/2014.
Tomé el tren de las 9,01 a Lovaina, otra ciudad flamenca que está a sólo 25 km
de Bruselas. La estación de Lovaina está sobre la Plaza de los Mártires.
Allí
pregunté donde estaba la Grote Markt
y caminé unas siete u ocho cuadras hasta encontrarla.
En la
Gran Plaza ó Grote Markt están el edificio
gótico del Ayuntamiento y la
Iglesia de St. Pieter.
No estoy entrando últimamente en las
iglesias pero en ésta entré porque estaba abierta y porque mi guía decía que
había un púlpito barroco de madera muy interesante, y así era.
Aquí en Lovaina
también tienen su muñeco y es éste que se tira agua en la cabeza mientras lee
un libro. Está en una fuente justo antes de la Grote Markt.
Pregunté dónde
quedaba la Oude Markt ,
que es el lugar de fiesta de la ciudad y donde se reúnen los estudiantes,
porque Lovaina tiene la universidad más antigua del país, que funciona desde
1425.
De allí me orienté
con mi mapa para llegar a la Plaza
Monseigneur Ladeuze, donde había un gran mercado de plantas,
frutas, verduras, pan, carne, ropa y zapatos.
Frente a esa plaza está la Biblioteca de la Universidad , destruída
en la primera guerra mundial, reconstruida, otra vez destruida en la segunda
guerra y vuelta a reconstruir.
En la plaza hay
una escultura muy original de un escarabajo trinchado.
Volví a la Plaza de los Mártires para
tomar el tren de vuelta a Bruselas, pero antes me senté en la terraza de un bar
a tomar una cerveza Stella Artois, aquí en Lovaina está la fábrica principal y
la empresa dueña de la marca, pero la que fabrican en Argentina es más rica.
En media hora
estaba otra vez en Bruselas. Tomé otro camino para volver al hotel desde la Gare Central , pasé por la Plaza Albertine y encontré esta
escultura.
Descansé un rato y
volví a salir. En camino al barrio de Sablon pasé por este parque y ví el
edificio art nouveau del Museo de Instrumentos Musicales.
Llegué a la Plaza du Grand Sablon, que es una plaza seca que usan para estacionar, y tiene una estatua blanca muy bonita.
Muy cerca está la Place de Petit Sablon, muy linda y cuidada, con canteros, montañas de flores y fuente.
Sobre la avenida
está la Iglesia
de Notre Dame du Sablon, que es la que se ve detrás de ésta última foto.
Al final de la
calle está el Palacio de Justicia, que es un edificio monstruosamente grande y
en plena restauración. Todo este camino fue en subida.
Allí hay un
ascensor público que baja al barrio de Les Marolles.
Tomé el ascensor y salí
otra vez a la Gare Centrale. En el camino pasé por una friture, puesto callejero donde venden papas fritas en cucurucho. No pude resistirme.
Volví al hotel agotada y me tuve que acostar un rato para recuperarme de tanta
caminata.
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