Sábado 2/5/2015. Quedé con
Reinaldo en desayunar a las 6,30 y salir a las 7 de la mañana. Salimos a las 7,
pero a los quince minutos debimos volver, tenía un problema mecánico con los
platinos.
Los otros choferes lo
ayudaron y entre todos pudieron arreglarlo, pero recién pudimos salir a las
8,30. Hacía mucho frío.
Mientras tanto aproveché
para sacar fotos del Hotel de Piedra Ojo de Perdiz.
Allí cerca hay unas
formaciones rocosas que llaman “Arbol de piedra”. Reinaldo se encontró con uno
de sus hermanos. Son ocho, siete varones y una mujer, y los siete varones son
choferes.
De allí nos dirigimos a la Laguna Colorada.
Bajamos para
acercarnos a los flamencos, había muchísimos.
Pasamos por el Salar de Chalviri,
otro hermano pobre del Salar de Uyuni.
Vimos los géiseres, había
muchas fumarolas y olor a azufre.
Más adelante paramos en la Cachilaguna , que tiene
una pileta de agua termal y había gente bañándose.
Hacia el sur está el
Desierto de Salvador Dalí. Reinaldo decía que Dalí había estado en Bolivia, yo
estaba segura que no y lo confirmé cuando me pude conectar a Internet. Dalí
nunca vino a Bolivia, pero varios de sus cuadros se asemejan a este paisaje.
Y finalmente llegamos al
Volcán Licancabur y a la Laguna Verde ,
que tiene arsénico y cobre, pero ningún flamenco. Es definitivamente la más
linda de todas las lagunas de la zona.
Yo ya había visto el Volcán
Licancabur desde Atacama, al norte de Chile, y desde allí tiene una forma
cónica perfecta, desde Bolivia se ve diferente.
Volvimos a la estación de
aguas termales y comimos allí. Reinaldo siempre creía que me iba a quedar con
hambre, después de todo esto trajo milanesas de pollo, puré y piña en almíbar.
A esta altura ya estaba
cansada de tanta naturaleza salvaje, y de estar desconectada del mundo, quería
volver a la civilización.
El camino a Uyuni fue
largo, terminamos de comer a las 13,30 y llegamos a Uyuni a las siete de la
tarde. En la mayor parte del recorrido no había camino, sólo huella, y donde había camino era de ripio.
A las cuatro de la tarde
Reinaldo volvió a tener problemas con los platinos de la camioneta, pero en
diez minutos lo arregló y seguimos viaje.
En el camino paramos en San
Cristóbal, un pueblo muy prolijo, donde fui al baño y tomé un café. Casi todo
el pueblo trabaja en Minera San Cristóbal, una empresa japonesa que extrae
plata a cielo abierto. El pueblo tiene aeródromo.
Finalmente llegamos a Uyuni
y Reinaldo me dejó en el Hotel Jumari, que tenía reservado. Pude leer los
diarios y volver al mundo civilizado. Salí a comer algo y volví al hotel. Hacia
mucho frío en Uyuni, mi habitación tenia estufa y me dieron una bolsa de agua
caliente. En este hotel también habia electricidad por paneles solares, pero la
única recomendación que me hicieron fue que dejara correr el agua para que
saliera caliente.
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