Miércoles 26/7/2017. Estaba convencida de que mi vuelo a Nueva Orleans salia a las 7,30 de la mañana y ayer descubrí que era a las 7,30 de la tarde. Me equivoqué al comprarlo, no me gusta llegar de noche a una ciudad que no conozco.
También descubrí que la cupula del edificio Chrysler está iluminada de noche.
También descubrí que la cupula del edificio Chrysler está iluminada de noche.
Desayune y preparé mi equipaje y, como el shuttle del aeropuerto me venía a buscar a las 14,45, decidí ir al Tenements Museum, en 103 Orchard Street, Lower East Side. Tomé el subte downtown y bajé en Spring Street. En esta zona las calles tienen nombre y no número, y tuve que preguntar para llegar.
Al Museo sólo se accede por visitas guiadas, hay varios recorridos diferentes, y me ofrecieron una visita a las 12 de una hora de duración, que se llamaba "Hard times" (Tiempos dificiles).
Eramos doce personas, y el guía era un chico joven, por suerte hablaba claro.
Este edificio en 97 Orchard Street fue donde vivieron muchos inmigrantes. Eran departamentos de tres ambientes chicos, living, cocina y dormitorio. Los baños estaban afuera. El edificio fue construido en 1863, así que no habia luz eléctrica, y el agua había que ir a buscarla afuera y traerla.
Ahora busqué el significado de "tenement", que no conocía, y es "inquilinato".
Y este edificio es exactamente eso.
El guía nos mostró los departamentos y contó la historia de dos familias de inmigrantes. La primera era una pareja prusiana, el hombre era zapatero y la mujer era ama de casa y cuidaba a los cuatro hijos. Un día el hombre no volvió de su trabajo. Los vecinos salieron a buscarlo pero no pudieron encontrarlo. Lo dieron por muerto y la mujer empezó a trabajar como costurera para mantener a sus hijos, ganando unos diez dolares por mes. Unos años después supo que sus suegros habían muerto y que había una herencia de 600 dólares para su marido. No entendí cómo hizo para cobrarla, porque no habia certificado de defunción, pero finalmente la cobró y fue una gran ayuda para la familia, que pudo mudarse. Sus descendientes siguen viviendo en Nueva York. El Museo encontró el certificado de defunción del prusiano, de 1941, o sea treinta años después de su desaparición.
La segunda historia era de un siciliano que vino solo a Nueva York. Cuando ahorró dinero quiso traer a su novia, pero las leyes migratorias habían cambiado y no podía ingresar. Ella se las ingenió para entrar ilegalmente y vivió veinte años en Estados Unidos indocumentada. Aquí tuvieron dos hijos. Josephine, la menor, se acercó al Museo muchos años después y ayudó a ambientarlo, en base a sus recuerdos. Escuchamos un audio de Josephine, donde contaba cómo vivían allí. En la cocina tenían el cuadro de la Virgen Maria y del Presidente Roosevelt, que había implementado un programa de beneficios sociales para los inmigrantes. Josephine y sus descendientes viven en Brooklyn.
Comí un sándwich y a las 14 hs estaba en el hotel esperando al shuttle. Menos mal que estaba lista temprano, porque en lugar de las 14.45 llegó 14,20. Eramos diez personas y llegamos al aeropuerto JFK a las 16 horas, con mucho tiempo.
Hice el check in y caminé hasta la puerta B47, que me llevó media hora de caminata. Me dediqué a leer.
Estaba leyendo frente a la ventana y a las 18 llegó el que pensé que era mi avión.
En la tarjeta de embarque decía que iniciaba a las 19, y a las 18,45 me levanté y me acerqué porque veía movimiento. Por suerte lo hice, porque era otro vuelo y habían cambiado la puerta. Tardé media hora en llegar a la nueva puerta en la Terminal 2.
Fueron tres horas de viaje. Eran las 11 de la noche en Nueva Orleans y debía hacer cerca de 40 grados, un infierno. Tomé un taxi que me trajo al hotel en el Barrio Francés.
Tomé un café y me fui a dormir, era demasiado tarde para buscar algo para comer, y en el avión sólo dieron galletitas.
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