Viernes 13/7/2018. Llegamos a Ezeiza a las 3,30 de la mañana porque el vuelo a San Pablo salía a las 6,30. Alli nos enteramos que Latam había cambiado nuestro itinerario y que haríamos escala en Santiago en lugar de San Pablo. Lo dieron como un hecho consumado, diciendo que íbamos a llegar a Madrid varias horas antes, y nos dieron un voucher para desayunar en un bar del aeropuerto. Vimos
salir el sol en Ezeiza.
Impresionantes las obras de ampliación del aeropuerto. Si el vuelo hubiera salido normalmente no las habría visto.
El avión a Santiago salió de Ezeiza a las 11 de la mañana, o sea que si lo hubiéramos sabido antes hubiéramos podido dormir normalmente y no pasar la noche en vela. Yo tenía hecho el checkin por Internet y había conseguido pasillos, pero no sirvieron para los nuevos vuelos.
Me entusiasmó poder ver el Aconcagua al cruzar la cordillera de dia, pero ni eso salió bien.
Mientras esperábamos para bajar del avión le pregunté a un auxiliar de a bordo porqué no se había visto el Aconcagua, y me dijo que hay dos rutas para cruzar la cordillera, y que elegían una u otra según las condiciones climáticas. En la ruta que tomamos hoy, el Aconcagua quedó mucho más al norte.
En Santiago esperamos hasta la noche para tomar el vuelo a Madrid. Teníamos asientos del medio, los peores para un vuelo largo. Cuando reclamamos en el mostrador de Latam nos dijeron que el avión estaba lleno y que nos hubiéramos podido negar al cambio de itinerario.
Subimos al avión a la medianoche.
Sábado 14/7/2018. Con la perspectiva de un vuelo de once horas en un asiento tan incómodo, y habiendo pasado la noche entera anterior sin dormir, mi humor no era el mejor.
Nos sentamos y al rato una azafata pretendió que el hombre que estaba al lado en el pasillo y yo cambiaramos nuestros asientos a otras personas que estaban separadas y querían viajar juntas. También era asiento del medio, me hice la mala y me negué. La azafata llegó a decirme que el avión no se iba a mover mientras yo no cediera mi asiento, pero me mantuve donde estaba, y pienso hacer un reclamo a Latam cuando vuelva por todas las molestias que me ocasionó.
Con el antecedente de la noche anterior en vela dormí varias horas a pesar del asiento tan incómodo.
Llegamos a Madrid al mediodia y enseguida encontramos el transfer del hotel, que está a 4 km del aeropuerto. Hace calor, 30 grados, y estoy desacostumbrada, además de que odio el calor.
Después de descansar un rato fuimos al centro. Tuvimos que tomar un ómnibus y después el metro, que nos dejó en la Estación Callao.
De allí fuimos a ver la Plaza Mayor y el Mercado de San Miguel.
Después nos sentamos a comer unas tapas de jamón y tortilla y tomé cerveza con limón, que es muy refrescante. Otra vez tomamos metro y ómnibus para volver al hotel y fuimos a dormir temprano.
Domingo 15/7/2018. Otra vez tomamos el transfer del hotel al aeropuerto, porque a las 9 de la mañana salia el vuelo a Zagreb. Salió puntual y tardó dos horas en llegar.
Llovía en Zagreb (que se pronuncia como palabra grave y no aguda como yo creia). Nos estaban esperando y nos indicaron que subieramos a un ómnibus grande, que se llenó.
La ciudad es bastante gris, por lo menos la parte que recorrimos. Hay tranvías, y muy poca gente en la calle. Es un día bastante raro, porque es domingo y además hoy Croacia juega la final del campeonato mundial de fútbol.
El ómnibus paró en dos hoteles para dejar gente antes de llegar al nuestro, que es el Hotel Punjibar, que está alejado del centro. Como nuestra habitación aún no estaba lista, fuimos a un restaurante enfrente a comer pollo con puré.
El hotel es antiguo y tiene muebles de estilo. Para ir a pasear al centro habia que tomar un taxi, pero en la recepción decían que los taxistas no atendían hoy el teléfono, porque todos estaban pendientes del partido de fútbol. Caminamos unas cuadras hacia el centro de la ciudad, pero era una ruta y nos volvimos.
A las 8 de la noche fuimos a cenar al mismo restaurante de enfrente. Había sopa, bifes de cerdo, puré, ensalada, fideos con carne, y de postre croquetas de manzana.
salir el sol en Ezeiza.
El avión a Santiago salió de Ezeiza a las 11 de la mañana, o sea que si lo hubiéramos sabido antes hubiéramos podido dormir normalmente y no pasar la noche en vela. Yo tenía hecho el checkin por Internet y había conseguido pasillos, pero no sirvieron para los nuevos vuelos.
Me entusiasmó poder ver el Aconcagua al cruzar la cordillera de dia, pero ni eso salió bien.
Mientras esperábamos para bajar del avión le pregunté a un auxiliar de a bordo porqué no se había visto el Aconcagua, y me dijo que hay dos rutas para cruzar la cordillera, y que elegían una u otra según las condiciones climáticas. En la ruta que tomamos hoy, el Aconcagua quedó mucho más al norte.
En Santiago esperamos hasta la noche para tomar el vuelo a Madrid. Teníamos asientos del medio, los peores para un vuelo largo. Cuando reclamamos en el mostrador de Latam nos dijeron que el avión estaba lleno y que nos hubiéramos podido negar al cambio de itinerario.
Subimos al avión a la medianoche.
Sábado 14/7/2018. Con la perspectiva de un vuelo de once horas en un asiento tan incómodo, y habiendo pasado la noche entera anterior sin dormir, mi humor no era el mejor.
Nos sentamos y al rato una azafata pretendió que el hombre que estaba al lado en el pasillo y yo cambiaramos nuestros asientos a otras personas que estaban separadas y querían viajar juntas. También era asiento del medio, me hice la mala y me negué. La azafata llegó a decirme que el avión no se iba a mover mientras yo no cediera mi asiento, pero me mantuve donde estaba, y pienso hacer un reclamo a Latam cuando vuelva por todas las molestias que me ocasionó.
Con el antecedente de la noche anterior en vela dormí varias horas a pesar del asiento tan incómodo.
Llegamos a Madrid al mediodia y enseguida encontramos el transfer del hotel, que está a 4 km del aeropuerto. Hace calor, 30 grados, y estoy desacostumbrada, además de que odio el calor.
Después de descansar un rato fuimos al centro. Tuvimos que tomar un ómnibus y después el metro, que nos dejó en la Estación Callao.
De allí fuimos a ver la Plaza Mayor y el Mercado de San Miguel.
Después nos sentamos a comer unas tapas de jamón y tortilla y tomé cerveza con limón, que es muy refrescante. Otra vez tomamos metro y ómnibus para volver al hotel y fuimos a dormir temprano.
Domingo 15/7/2018. Otra vez tomamos el transfer del hotel al aeropuerto, porque a las 9 de la mañana salia el vuelo a Zagreb. Salió puntual y tardó dos horas en llegar.
Llovía en Zagreb (que se pronuncia como palabra grave y no aguda como yo creia). Nos estaban esperando y nos indicaron que subieramos a un ómnibus grande, que se llenó.
La ciudad es bastante gris, por lo menos la parte que recorrimos. Hay tranvías, y muy poca gente en la calle. Es un día bastante raro, porque es domingo y además hoy Croacia juega la final del campeonato mundial de fútbol.
El ómnibus paró en dos hoteles para dejar gente antes de llegar al nuestro, que es el Hotel Punjibar, que está alejado del centro. Como nuestra habitación aún no estaba lista, fuimos a un restaurante enfrente a comer pollo con puré.
El hotel es antiguo y tiene muebles de estilo. Para ir a pasear al centro habia que tomar un taxi, pero en la recepción decían que los taxistas no atendían hoy el teléfono, porque todos estaban pendientes del partido de fútbol. Caminamos unas cuadras hacia el centro de la ciudad, pero era una ruta y nos volvimos.
A las 8 de la noche fuimos a cenar al mismo restaurante de enfrente. Había sopa, bifes de cerdo, puré, ensalada, fideos con carne, y de postre croquetas de manzana.
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