Martes 26/7/2016. Dormí mucho y profundamente después del día extenuante de ayer. El desayuno no fue excelente en el Hotel Hofn, pero había hot cakes.
Salimos a las 9 de la mañana rumbo al este. Lloviznaba de a ratos. En la primer parada que hicimos en un mirador, los portorriqueños desplegaron su bandera como si se tratara de una invasión pacífica a Islandia, porque ayer fue el día de la Constitución de su país. Son gente muy alegre, como todos los caribeños.
Después paramos en un puerto pesquero muy bonito y cuidado llamado Egilsstadir y Elizabeth dijo que allí cerca había una escultura con huevos de pájaros.
Algunos del grupo fueron a tomar café a un bar, pero yo caminé para encontrar la escultura de los huevos. Uno de los puertorriqueños también fue para allá y también dos de las españolas, pero no pudimos encontrarlos y volvimos. Después pasamos con el ómnibus, que los puertorriqueños llaman “guagua”, y los vimos. Nos reímos mucho con el tema de los huevos.
Pasamos por varios de los fiordos del este y comimos en una estacion de servicio, yo pizza y un helado. Después entre al supermercado y compré chocolates. En los supermercados islandeses venden lana y agujas para tejer.
Más tarde pasamos por otra región geotérmica.
Después de las seis de la tarde llegamos al Hotel Laxa en la zona del Lago Myvatn. Por fuera es un edificio cuadrado, bien soviétivo, sin gracia, por dentro es puro diseño escandinavo.
Después paramos en un puerto pesquero muy bonito y cuidado llamado Egilsstadir y Elizabeth dijo que allí cerca había una escultura con huevos de pájaros.
Algunos del grupo fueron a tomar café a un bar, pero yo caminé para encontrar la escultura de los huevos. Uno de los puertorriqueños también fue para allá y también dos de las españolas, pero no pudimos encontrarlos y volvimos. Después pasamos con el ómnibus, que los puertorriqueños llaman “guagua”, y los vimos. Nos reímos mucho con el tema de los huevos.
Pasamos por varios de los fiordos del este y comimos en una estacion de servicio, yo pizza y un helado. Después entre al supermercado y compré chocolates. En los supermercados islandeses venden lana y agujas para tejer.
Desde allí abandonamos el mar y enfilamos rumbo al oeste. Era un camino de montaña, llovia y las ventanas del ómnibus se llenaron de barro.
Es curioso ver tanta extensión de tierra y ningún cultivo, sólo ovejas. No es posible completar el ciclo de ningún cultivo debido al clima, salvo en invernadero.
Volvimos a parar en un pueblito a tomar un café y más tarde en medio de la nada, Elizabeth propuso caminar veinte minutos para ver una cascada, pero decidí no ir porque llovia fuerte. Varios nos quedamos en el ómnibus.
Más tarde pasamos por otra región geotérmica.
Después de las seis de la tarde llegamos al Hotel Laxa en la zona del Lago Myvatn. Por fuera es un edificio cuadrado, bien soviétivo, sin gracia, por dentro es puro diseño escandinavo.
A las ocho de la noche sirvieron una cena buffet. Aquí había vino argentino de Finca Las Moras a 12 euros la copa, que no tomé.
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