Jueves 4/8/2016. Ultimo desayuno en el Parade Park. Pregunté dónde quedaba el Theatre Royal porque allí funciona el Museo de la Masonería. Fui hasta allí pero en realidad era en el edificio antiguo del teatro, todo queda cerca en esta ciudad. A las 11,30 había una visita guiada, pero no había nadie y la puerta estaba cerrada.
A las 11,30 toqué el timbre y me atendió un señor que me hizo la visita guiada a mi sola.
El edificio era el teatro de Bath hasta que se construyó el nuevo, que es mucho más grande, y donde yo había estado más temprano. Una vez que quedó vacío, lo compraron los católicos, que eran minoría en la ciudad, para instalar una iglesia.
Pero después construyeron la Catedral de Saint John y el edificio quedó nuevamente vacío. Entonces lo compraron los masones, y hasta la actualidad es propiedad de la Sociedad Masónica de Bath.
Me mostró la sala de reuniones y el museo, subrayando en todo momento que no es ninguna sociedad secreta, que sus miembros provienen de todas las clases sociales y que sólo los guía el bienestar de la comunidad.
Me habló de la pertenencia de los John Wood, padre e hijo, a la Masonería. Ellos fueron arquitectos famosos de la ciudad por haber construido el Circus y el Royal Crescent, y me mostró en un mapa de Bath cómo el Circus y la calle que desemboca en él forman una llave, símbolo de la masonería, como forma de acceder al conocimiento. Era un escocés muy conversador y hablaba muy entendible.
Estuvo más de una hora mostrándome el lugar y no me quiso cobrar la entrada.
Fui a comer al KFC y después quería tomar el barco que navega por el río Avon y que sale del puente Pulteney, pero se fue justo cuando yo llegaba. Tuve que esperar el siguiente.
Era jueves y otra vez había mucha gente en la ciudad.
El paseo en barco fue muy agradable y duró una hora, era un lindo día de sol y había gente con botes a remo en el río.
Viernes 5/8/2016. A las 8,15 tomé el ómnibus para ir al aeropuerto de Heathrow, y en dos horas estaba allí. Desde la estación fue fácil llegar a la terminal 3, desde donde salía mi vuelo a Dallas. Tardó unas nueve horas y media en llegar.
La entrada a Estados Unidos, aún en tránsito, era un caos. Había un mundo de gente. Como yo tenía una conexión a Buenos Aires, me dieron una tarjeta naranja fluorescente que tenía que tener a la vista para que me dieran paso preferencial en las filas.
Llegué a la puerta de embarque del vuelo a Buenos Aires y resultó que el avión estaba retrasado, según explicaron estaban tratando de bajarle la temperatura. Afuera hacía 30 grados.
En un momento dieron permiso para embarcar y después cambiaron de idea. Finalmente embarcamos con tres horas de retraso.
En el avión hacía un calor insoportable, que, en cuanto levantó vuelo, se transformó en un frío polar.
Sábado 6/8/2016. Otras nueve horas y media y llegamos a Buenos Aires. El avión de American Airways era muy pero muy incómodo. Las pantallas no funcionaron en todo el viaje, salvo la última media hora, cuando resucitaron y pasaron un video pidiendo donaciones para UNICEF. Trataré de evitar esta compañía en el futuro. En casa, encontré mi jazmín amarillo lleno de flores.
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