domingo, 3 de mayo de 2015

VIAJE A BOLIVIA - EL SALAR DE UYUNI

Jueves 30/4/2015. Dormí mal, tenía miedo de no despertarme. A las 4,30 me vino a buscar un taxi para llevarme al aeropuerto.
El avión de Amaszonas salió un poco después de las 6 y llegó a Uyuni en 45 minutos. Estaba saliendo el sol, y antes de llegar, el comandante mostró el salar a la derecha del avión. 


Es un avión canadiense de 50 asientos, pero iba semivacío. El aeropuerto de Uyuni se llama “La Joya Andina” y tiene un año de antigüedad.



En Uyuni me estaba esperando una señora de la agencia, y me llevó hasta su local, en la Avenida Ferroviaria. Uyuni era una estación del Ferrocarril Potosí – Antofagasta. El que manejaba era Reinaldo, un chico joven que fue mi conductor y guía los tres días de excursión.
Reinaldo me llevó a un bar para que desayunara y me dijo que iba a cargar combustible y salíamos a las 10, todavía no eran ni las 8 de la mañana.
Desayuné y pasée por la Av. Ferroviaria hasta que salimos. Uyuni es un pueblo de 20000 habitantes y tiene un cine.



Muy cerca está el cementerio de trenes, un lugar deprimente con pura chatarra oxidada.



Una señora cuidaba una manada de llamas, nos bajamos a charlar con ella.


En un pueblo cercano, Colchani, un hombre me explicó como traen la sal del salar en bloques de 30 tonaladas, la calientan con leña para secarla, le agregan yodo y la embolsan. Allí mismo embolsó un paquete que le compré.


Y entramos al salar, que es un lugar de ensueño, increíble. Blanco y más blanco hasta donde da la vista. Es el más grande del mundo y tiene 12000 km2 de superficie. Para hacerse una idea: la ciudad de Buenos Aires tiene 200 km2, es decir 60 Buenos Aires = un salar.








Vi los ojos del salar, que son lugares donde hay agua con globitos.


Por aquí pasó el Dakar, e hicieron este monumento de bloques de sal:


Mi guía Reinaldo es chiquito y le gusta jugar, me sacó estas fotos. En realidad tiene 27 años, está casado y tiene dos hijas.




En el medio del salar hay islas con tierra y cactus. Llegamos a Incahuasi, que llaman isla del pescado, porque tiene esa forma.




Allí hay un restaurante y comi pollo con papas fritas.


Había que comprar una entrada para estar en la isla, e incluia el uso del baño. El cartel es extorsivo, la isla no tiene puerta y se tienen que asegurar que la gente pague.




La gente subía por un sendero de piedras para ver el salar, pero yo no tenía ganas.
Saliendo del salar hay plantaciones de quinoa de varios colores, esta era roja:


Llegamos al Hotel Tayka Taura, frente al Volcán Tunupa. 



Hay dos formas de ir al salar: en plan mochilero viajando diez horas desde La Paz por camino de ripio, en tours compartidos de seis o siete personas durmiendo en refugios donde según cuentan hace mucho frío, o en plan lujo llegando a Uyuni en 45 minutos de avión y durmiendo en los hoteles que hay en la zona. Como decidí que a mi edad ya no estaba en plan mochilero, elegí la segunda opción, pero según contaré dista mucho de ser puro confort.
El Hotel de Sal Tayka Taura está construido con bloques de sal y está en el medio de la nada, tiene energía solar y no hay televisión ni Internet. En cuanto llegué me dijeron que me bañara en ese momento, porque a la mañana lo más probable era que no hubiera agua caliente.
Me bañé y a las 6,30 fui con Reinaldo a ver la puesta de sol en el salar.





El Volcán Tunupa está allí enfrente.




A las 7,30 sirvieron la cena, que era sólo aceptable, bajé las fotos y me fui a dormir, no había nada más interesante que hacer.

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