Lunes
8/10/2012. A las 6 me desperté, era de noche. Me bañé y a las 7 estaba en el
patio del fondo escribiendo. A las 8,30 recién sirven del desayuno, pero a las
8 ya nos ofreció tomarlo. En el comedor las cinco mesas estaban ocupadas, yo la
única latinoamericana.
Vino
Cecilia, que es la guía que nos ofrecieron, y que nos va a llevar a pasear por
el este y el norte de la isla todo el día. Salimos a las 9,30 y regresamos a
las 5 de la tarde. Le pregunté si ella era rapa nui, y me contó que es mestiza,
su madre es rapa nui y su padre norteamericano, y ella se casó con un rapa nui.
Paramos
en la estación de servicio a cambiar dolares y a comprar bebidas. La gente acá
prefiere cobrar en pesos chilenos y no en dolares. Nuestra primera parada fue
en Ahakanga, al este de la isla.
Era una aldea que permanece igual hace 500
años, porque hay vestigios de lo que eran las casas bote de los rapanui, y
también grutas. Todos los moais están derribados. Hay umu pae, que son hornos
para cocinar con piedra volcánica caliente.
Todos
los moais de la isla en algún momento fueron derribados por las peleas entre
tribus, los que ahora están en pie es porque recientemente los restauraron.
De allí
fuimos a Rano Raraku, La
Cantera , o la fábrica de moais, que es un lugar fascinante.
Aquí se tallaban, y desde aquí se transportaban a su lugar definitivo. Hay
muchísimos, de todos los tamaños. En las laderas se ven los huecos de donde
sacaban los moais después de tallarles el frente.
Desde
Rano Raraku se ven los 15 moais restaurados de Ahu Tongariki, en la orilla del
mar y dándole las espaldas.
Nuestra
siguiente parada fue allí cerca, en Ahu Tongariki, donde están los 15 moais
restaurados. Impresionante, les saqué decenas de fotos.
Sólo
uno de los moais de Ahu Tongariki tiene pukao, que es el pelo o peluca. Cada
pukao era fabricado especialmente para un moai, y se ajustaba a su cabeza. Pero
el tsunami de 1960 los dañó, y los pukao ya no se ajustaban, por eso los
restauradores los dejaron a un costado.
Allí está también el llamado moai viajero, que fue en préstamo a Japón para ser exhibido y volvió ala Isla.
En Ahu Tongariki también hay petroglifos. Se ven caras humanas, el hombre pájaro, tortugas y peces, todo a la intemperie.
Allí está también el llamado moai viajero, que fue en préstamo a Japón para ser exhibido y volvió a
En Ahu Tongariki también hay petroglifos. Se ven caras humanas, el hombre pájaro, tortugas y peces, todo a la intemperie.
La
siguiente parada fue en Te Pito Kura, el ombligo del mundo, allí hay una piedra
con gran contenido de hierro que engaña a las brújulas y les confunde el norte,
y también un gran moai derribado.
Hay que aclararle a los turistas que los moais derribados no se pueden pisar. Increíble.
La última
parada fue en Anakena, una playa de arena blanca con palmeras, que según la
tradición fue adonde llegaron desde Polinesia los primeros habitantes de la
isla.
Allí también hay moais, en la misma playa.
La excursión incluía una
empanada gigante y una bebida en Anakena. Allí nos sentamos a comer en uno de
los bares de la playa.
Volvimos
a Hanga Roa a las 5 de la tarde por el centro de la isla, que fue reforestada.
Pude leer los diarios, ver los mails y pedir paciencia a mis lectores ansiosos que
reclaman novedades, pero no subir las fotos al post, porque la conexión es
lentísima.
Esto es
un hostal y todos tenemos acceso a la cocina, a la heladera y a la vajilla, o
sea que acá uno puede cocinar. Sólo compré pan, queso y chocolate y comí un
sándwich.
Salvo en
algunas partes de la costa donde hay viento fuerte, en realidad aquí ya es
verano, en Anakena había gente bañándose en el mar.
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