Domingo
14/10/2012. Me desperté 3,15. No dormí bien, por el temor a quedarme dormida. A
las 4 había como 15 personas más en la recepción esperando que los vinieran a
buscar. Pusieron un termo con agua caliente, café y galletitas.
Llegaron
varias vans a buscar gente. A mí me vino a buscar un pequeño colectivo de 24
pasajeros. El guía ya estaba sobrepasado a esa hora y tuvo que volver a dos
hoteles para buscar personas que tenía en su lista y no encontraba. Cuando
logró juntar a todos salimos para el Tatio. Los asientos eran incómodos y el
camino de ripio muy malo en algunos tramos. Eran muchos los vehículos que iban
para allá. Es fin de semana largo en Chile por el 12 de octubre, que pasaron al
lunes 15/10 y muchos chilenos salieron a pasear.
Dormité
durante el viaje, era de noche. Cuando llegamos, compramos las entradas y
bajamos en una playa de estacionamiento frente a los geyseres. Es un
espectáculo bastante extraño, esos pozos con agua hirviendo de donde sale humo.
Muchísima gente desesperada por salir en la foto con el humito detrás suyo.
Al lado
del bus, en la playa de estacionamiento, armaron una mesa y sirvieron el
desayuno. Tomé leche chocolatada que habían puesto a calentar en un geyser. Ya
era de día. Por ahí merodeaban las gaviotas buscando comida. Gaviotas lejos del
mar??
Volvimos
a subirnos al bus y fuimos hacia otro sector donde estaba la piscina termal. Ni
me acerqué, no tenía la menor intención de bañarme. El guía dio media hora para
quedarnos allí. Para cambiarse, bañarse, secarse y volver a vestirse era muy
poco, para esperar era mucho.
Estábamos
a 4200 msnm. Una chiquita chilena muy joven se sintió mal y el guía le dio
oxígeno con un nebulizador que sacó de debajo de un asiento. A mi sólo me dio
dolor de cabeza.
Después
de la piscina, había dicho el guía que iríamos al sector de los baños. Pero una
parejita que había ido a bañarse a la piscina apareció 15 minutos tarde y una
mujer desesperada tuvo que ir a hacer pis detrás de una piedra. La parejita ni
siquiera pidió disculpas por la demora.
En los
baños había largas filas. Luego fuimos a Machuca, un pueblo polvoriento donde
no había nada y evidentemente funcionaba como relleno de la excursión. Ya eran
como las 11 de la mañana. Llegamos otra vez a San Pedro de Atacama a las 12.
Me
acosté y dormí dos horas. Como tenía tiempo hasta las 4 de la tarde cuando
tenía la excursión al Valle de la
Luna , me fui a un bar de Caracoles a comer un sándwich de
pollo y queso y un jugo de frutas. El sándwich era tan enorme que lo corté en
tres y sólo pude comer dos tercios, el resto me lo llevé para comerlo a la
noche.
A las 4
estaba esperando que me vinieran a buscar y llamaron de la agencia al hotel
para decirme si no me podía acercar hasta Caracoles y Taconao (son tres
cuadras). Fui caminando hacia allá, Caracoles es peatonal. El guía se llamaba
Abraham y era un chileno-boliviano muy divertido. La primer parada era un
sendero en subida de arena de 20 minutos para llegar al Valle de la
Luna. Yo lo hice en media hora, todos me
pasaron.
Es un
cráter, muy distinto del Valle de la
Luna de San Juan. Bajar fue más fácil. En el grupo me
encontré unos chicos jóvenes chilenos con quienes ya había compartido ayer la
excursión a las lagunas altiplánicas.
Abraham
preguntó si alguno de nosotros era claustrofóbico y yo le dije que sí. La
siguiente parada era en una caverna que había que atravesar. Le dije que
prefería no entrar, pero Abraham insistió en que probara, y que en todo caso
volviera. Repartió linternas.
El
cruce de la caverna fue espantoso, pero muy divertido. Adelante iba la parejita
chilena, él llevaba la vincha linterna y me agarró de la mano varias veces para
ayudarme, en algunas partes había que pasar prácticamente acostado entre las
piedras para no golpearse la cabeza. Todavía después de pasar la parte oscura
hubo que subir y bajar entre las piedras, y tuve varios ayudantes: los chicos
chilenos, un español de Segovia y Abraham, hasta que finalmente salimos otra
vez a la playa de estacionamiento donde nos esperaba la van. Sola no lo hubiera
logrado. Abraham se reía porque le dije que para hacer esa excursión debía
haber cobrado y no pagado.
Superada
la caverna, fuimos al Valle de la
Muerte , otro cráter de piedra roja donde corría muchísimo
viento; pero el viento no venía solo sino con arena.
Finalmente
fuimos al Mirador de la
Cordillera de la
Sal a ver la puesta del sol, pero no fue espectacular porque
era un día nublado, el único desde que llegué a SPA.
Volví
llena de arena. Me bañé y me fui a dormir, muerta de cansancio.
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