Sábado
13/10/2012. A las 6,20 ya estaba desayunando porque me venían a buscar entre 7
y 7,30 para hacer la excursión a las lagunas altiplánicas. Llegó la van a las
7,15 y ya estaban todos los demás, éramos 12. Había mexicanos, costarricenses,
chilenos y norteamericanos.
Hacía
frío a esa hora. Salimos hacia el sur y vimos el desierto y los tamarugos, que
son árboles que toman agua de las napas subterráneas. La primera parada fue en
la laguna Chaxa, en pleno salar y llena de flamencos.
Cuando encuentran el
camarón que hay allí y que es su alimento, bailan alrededor, y según dijo
Patricio, el guía, que era un chileno muy simpático, por eso se llama flamenco
el baile andaluz. Los flamencos estaban muy cerca.
Las montañas se reflejaban en la laguna:
Allí en
el salar hay tres empresas que sacan las sales de litio. Parece que la zona era
fértil en algún tiempo lejano y se fue desertificando. Patricio dio muchos
datos de geología, pero yo me pierdo cuando me hablan de miles o millones de
años. Allí en la entrada al parque nos sirvieron un desayuno.
Nuestra
siguiente parada fue en un pueblo llamado Socaire, que significa “lugar
protegido del viento”. Es muy chiquito, pero hay dos iglesias.
En el
camino vimos vicuñas, que se alimentan de una planta amarilla llamada coirón.
Llegamos a la laguna Miscanti y caminamos por un sendero. Miscanti significa
“lugar de las ranas”, pero ya no queda ninguna.
Allí Patricio encontró piedras
cónicas y explicó que se pueden parar por el vértice, el fenómeno se llama
“verticalidad geológica” y se relaciona con el modo en que se fosilizó la lava.
Intenté parar una y lo logré!!
Al lado
está la laguna Miñiques, que es más pequeña, más profunda y de agua más verde.
Vimos
vicuñas que bajaban a beber agua a la laguna.
Aquí estoy, abrigada, hacía frío!!
Las
morrenas de glaciación son elevaciones formadas por la presión del hielo. Se
ven por el camino.
Llegamos
a los 4100 msnm y sentí un leve dolor de cabeza, así que me tomé un ibupirac.
Finalmente
llegamos a Toconao, otro pueblo con casas de adobe y una iglesia con el
campanario separado. La puerta del campanario es de madera de cactus.
Según
Patricio el hecho de que iglesia y campanario estén separados se relaciona con
el esquema mental de los pobladores que es de mantener la dualidad en todos los
procesos vitales: el sol y la luna, el volcán y la montaña, lo femenino y lo
masculino.
En la plaza, frente a la iglesia, un cactus solitario:
A la 1
de la tarde ya hacía mucho calor y un sol impiadoso. Volvimos a San Pedro a las
14,30. Salí con mi sombrero de expedicionaria del desierto, pasé por la iglesia
y fui a comer pollo a la plancha con papas en un bar. Tomé una copa de vino
chileno.
Esta es la iglesia de San Pedro de Atacama:
Y este el volcán Licancabur, de forma perfectamente cónica:
Volví
al hotel, me acosté y me quedé dormida un rato. Después salí otra vez a comprar
jugo de frutas y algo para comer a las 3 de la mañana porque a las 4 me vienen
a buscar para ir a los Geyseres del Tatio, y a esa hora todavía no hay desayuno.
La sensación de sed es constante.
También
compré acondicionador para el pelo. Lo venden en sachets enormes, porque hay
que usar mucho para contrarrestar la sequedad del ambiente.
Este es mi cuarto en el Hotel Don Raúl, por afuera es feo pero la habitación es linda y cómoda, y tiene un tapiz andino:
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