Sábado 6/4/2019. A las 12 del mediodía comenzó el largo viaje a Tashkent, capital de Uzbekistán. El aeropuerto de Ezeiza tiene una nueva torre de control y una nueva terminal en construcción, y ahora también hay trámite exprés para salir del país.
Viajé por Iberia Level, y no estaba inluida la comida, ni los auriculares ni las mantas, cobraban todo aparte. Quise comer pizza, que estaba en el menú, pero no tenían, pedí un sándwich.
Domingo 7/4/2019. Llegamos a Barcelona a las 12 de la noche, allí eran las cinco de la mañana. Desde que aterrizamos hasta que recupere mi valija pasó más de una hora. Después tuve que hacer el trámite de entrada en Migraciones, porque a las 14,10 salia el vuelo a Moscú por Aeroflot, y al ser distintas aerolíneas no podía estar en tránsito.
Desayune un café y un sándwich de jamón ibérico en el aeropuerto y recién a las 10,30 pude despachar la valija y hacer el trámite de salida.
El aeropuerto de Barcelona era un mundo de gente, mucho movimiento y filas enormes para cada trámite.
Este es el avión de Aeroflot que me llevó a Moscú.
Mientras esperaba el embarque apareció en la pista el avión comercial más grande, de dos pisos y de Emirates. Ese avión, o uno igual, me llevó hace un tiempo de Dubai a Bangkok.
Fueron casi cinco horas de vuelo. Todos hablaban en ruso. Había pedido un asiento bien adelante porque tenía menos de una hora en Moscú hasta que saliera el vuelo a Tashkent. Los aviones de Aeroflot son mucho más cómodos que los de Iberia.
Salí corriendo del avión ni bien llegamos, pasé control de seguridad y busqué desesperadamente la puerta D6, hasta que un empleado me dijo que debía bajar un piso. Cuando llegué ya estaban embarcando. Hacia 8 grados en Moscú, pero yo tenía calor de tanto correr y del miedo de no llegar.
Este avión era mucho más grande e iba casi lleno, aquí también todos hablaban ruso.
Fueron otras cuatro horas. En el despegue y en el aterrizaje activaron una cámara en la parte frontal del avión y se veía el piso.
Lunes 8/4/2019. A las 2,40 hora local llegamos a Tashkent, la capital de Uzbekistán. Fui adelantando el reloj en cada escala, y acá son ocho horas más que en BA: cinco horas más en Barcelona, una en Moscú y dos en Tashkent.
Pero mi valija, y las de diez personas más, no llegaron. Tuve que hacer el reclamo y ojalá que haya quedado en Moscú y llegue hoy a la tarde.
Tardé mucho tiempo y al salir me estaban esperando. Le expliqué lo que me había pasado pero no entendía inglés ni español, solo ruso y uzbeco.
El hotel Ramada estaba a 20 minutos del aeropuerto. Y ahí estaba yo a las 4 de la mañana en un auto que manejaba una persona con quien no podía comunicarme, recorriendo una ciudad iluminada pero desierta.
Por suerte traía en mi equipaje de mano algo de ropa. Me fui a dormir inmediatamente.
Me desperté a las 8, me duché y fui a desayunar. Escribí un mail a mi agencia y me fui a dormir otra vez. A las 14,30 me despertó el teléfono, y de la agencia me dijeron que me venían a buscar para ir al aeropuerto a buscar la valija.
Vino con el chófer una chica muy jovencita que se llama Zarnigor y fuimos al aeropuerto. A ella no la dejaron pasar. Yo entré y me dijeron que mi valija estaba ubicada en Moscú y que llegaba en el vuelo de la madrugada.
Volví a salir y Zarnigor me propuso que yo escribiera una carta autorizando al chófer, que se llama Islomjon, a que la retirara. Volvimos con Islomjon pero dijeron "niet, niet, niet" (lo único que yo entendí). Después le mostraron un cartel en varios idiomas donde decía que se requería firma certificada por notario. Entonces quedamos en que mañana a las 7,30 va a venir al hotel y vamos a buscarla.
Cambié dólares por som, que es la moneda local. Un dólar equivale a 8420 som, así que tengo muchos billetes y me siento millonaria. Todos estos billetes suman menos de ocho dolares:
Ahora que la he visto de dia, Tashkent es la más limpia y ordenada de las ciudades asiáticas que yo conozco.
Cuando volvimos al hotel, vi que justo detrás había un edificio que parecía una iglesia y muchas flores. Pregunté al que está en la puerta y llamó a otro, pero no me entendían. Fui a ver.
Los que arreglaban las flores tampoco hablaban inglés. Entré y no era una iglesia, sino un salón de fiestas fastuoso, evidentemente hoy se festeja una boda.
A las 19,30 pedí comida al room service. No tenían pizza Margherita y comi esta hamburguesa gigante. No la pude terminar
De la ventana de mi cuarto en el piso 9 se ve la torre de la televisión
Viajé por Iberia Level, y no estaba inluida la comida, ni los auriculares ni las mantas, cobraban todo aparte. Quise comer pizza, que estaba en el menú, pero no tenían, pedí un sándwich.
Domingo 7/4/2019. Llegamos a Barcelona a las 12 de la noche, allí eran las cinco de la mañana. Desde que aterrizamos hasta que recupere mi valija pasó más de una hora. Después tuve que hacer el trámite de entrada en Migraciones, porque a las 14,10 salia el vuelo a Moscú por Aeroflot, y al ser distintas aerolíneas no podía estar en tránsito.
Desayune un café y un sándwich de jamón ibérico en el aeropuerto y recién a las 10,30 pude despachar la valija y hacer el trámite de salida.
El aeropuerto de Barcelona era un mundo de gente, mucho movimiento y filas enormes para cada trámite.
Este es el avión de Aeroflot que me llevó a Moscú.
Mientras esperaba el embarque apareció en la pista el avión comercial más grande, de dos pisos y de Emirates. Ese avión, o uno igual, me llevó hace un tiempo de Dubai a Bangkok.
Fueron casi cinco horas de vuelo. Todos hablaban en ruso. Había pedido un asiento bien adelante porque tenía menos de una hora en Moscú hasta que saliera el vuelo a Tashkent. Los aviones de Aeroflot son mucho más cómodos que los de Iberia.
Salí corriendo del avión ni bien llegamos, pasé control de seguridad y busqué desesperadamente la puerta D6, hasta que un empleado me dijo que debía bajar un piso. Cuando llegué ya estaban embarcando. Hacia 8 grados en Moscú, pero yo tenía calor de tanto correr y del miedo de no llegar.
Este avión era mucho más grande e iba casi lleno, aquí también todos hablaban ruso.
Fueron otras cuatro horas. En el despegue y en el aterrizaje activaron una cámara en la parte frontal del avión y se veía el piso.
Lunes 8/4/2019. A las 2,40 hora local llegamos a Tashkent, la capital de Uzbekistán. Fui adelantando el reloj en cada escala, y acá son ocho horas más que en BA: cinco horas más en Barcelona, una en Moscú y dos en Tashkent.
Pero mi valija, y las de diez personas más, no llegaron. Tuve que hacer el reclamo y ojalá que haya quedado en Moscú y llegue hoy a la tarde.
Tardé mucho tiempo y al salir me estaban esperando. Le expliqué lo que me había pasado pero no entendía inglés ni español, solo ruso y uzbeco.
El hotel Ramada estaba a 20 minutos del aeropuerto. Y ahí estaba yo a las 4 de la mañana en un auto que manejaba una persona con quien no podía comunicarme, recorriendo una ciudad iluminada pero desierta.
Por suerte traía en mi equipaje de mano algo de ropa. Me fui a dormir inmediatamente.
Me desperté a las 8, me duché y fui a desayunar. Escribí un mail a mi agencia y me fui a dormir otra vez. A las 14,30 me despertó el teléfono, y de la agencia me dijeron que me venían a buscar para ir al aeropuerto a buscar la valija.
Vino con el chófer una chica muy jovencita que se llama Zarnigor y fuimos al aeropuerto. A ella no la dejaron pasar. Yo entré y me dijeron que mi valija estaba ubicada en Moscú y que llegaba en el vuelo de la madrugada.
Volví a salir y Zarnigor me propuso que yo escribiera una carta autorizando al chófer, que se llama Islomjon, a que la retirara. Volvimos con Islomjon pero dijeron "niet, niet, niet" (lo único que yo entendí). Después le mostraron un cartel en varios idiomas donde decía que se requería firma certificada por notario. Entonces quedamos en que mañana a las 7,30 va a venir al hotel y vamos a buscarla.
Cambié dólares por som, que es la moneda local. Un dólar equivale a 8420 som, así que tengo muchos billetes y me siento millonaria. Todos estos billetes suman menos de ocho dolares:
Ahora que la he visto de dia, Tashkent es la más limpia y ordenada de las ciudades asiáticas que yo conozco.
Cuando volvimos al hotel, vi que justo detrás había un edificio que parecía una iglesia y muchas flores. Pregunté al que está en la puerta y llamó a otro, pero no me entendían. Fui a ver.
Los que arreglaban las flores tampoco hablaban inglés. Entré y no era una iglesia, sino un salón de fiestas fastuoso, evidentemente hoy se festeja una boda.
A las 19,30 pedí comida al room service. No tenían pizza Margherita y comi esta hamburguesa gigante. No la pude terminar
De la ventana de mi cuarto en el piso 9 se ve la torre de la televisión
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