martes, 16 de octubre de 2012

VIAJE A CHILE - SAN PEDRO DE ATACAMA 2


Domingo 14/10/2012. Me desperté 3,15. No dormí bien, por el temor a quedarme dormida. A las 4 había como 15 personas más en la recepción esperando que los vinieran a buscar. Pusieron un termo con agua caliente, café y galletitas.
Llegaron varias vans a buscar gente. A mí me vino a buscar un pequeño colectivo de 24 pasajeros. El guía ya estaba sobrepasado a esa hora y tuvo que volver a dos hoteles para buscar personas que tenía en su lista y no encontraba. Cuando logró juntar a todos salimos para el Tatio. Los asientos eran incómodos y el camino de ripio muy malo en algunos tramos. Eran muchos los vehículos que iban para allá. Es fin de semana largo en Chile por el 12 de octubre, que pasaron al lunes 15/10 y muchos chilenos salieron a pasear.
Dormité durante el viaje, era de noche. Cuando llegamos, compramos las entradas y bajamos en una playa de estacionamiento frente a los geyseres. Es un espectáculo bastante extraño, esos pozos con agua hirviendo de donde sale humo. Muchísima gente desesperada por salir en la foto con el humito detrás suyo.




Recorrimos caminando los geyseres con el guía (aunque el cartel decía que no había que hacerlo), que contó que hubo intentos de explotar la energía geotérmica, el último de ellos muy reciente, pero provocó minisismos y debilitamiento del suelo y debió ser suspendido. Los geyseres perdieron energía y ya no se ven los chorros de agua de seis ó siete metros de altura que –según dicen- se veían hace algunos años. Creen que en breve el lugar deberá ser cerrado a los visitantes porque se advierte que el suelo se ha debilitado, y que toda la zona se convertirá en un gran cráter.




Al lado del bus, en la playa de estacionamiento, armaron una mesa y sirvieron el desayuno. Tomé leche chocolatada que habían puesto a calentar en un geyser. Ya era de día. Por ahí merodeaban las gaviotas buscando comida. Gaviotas lejos del mar??


Volvimos a subirnos al bus y fuimos hacia otro sector donde estaba la piscina termal. Ni me acerqué, no tenía la menor intención de bañarme. El guía dio media hora para quedarnos allí. Para cambiarse, bañarse, secarse y volver a vestirse era muy poco, para esperar era mucho.
Estábamos a 4200 msnm. Una chiquita chilena muy joven se sintió mal y el guía le dio oxígeno con un nebulizador que sacó de debajo de un asiento. A mi sólo me dio dolor de cabeza.
Después de la piscina, había dicho el guía que iríamos al sector de los baños. Pero una parejita que había ido a bañarse a la piscina apareció 15 minutos tarde y una mujer desesperada tuvo que ir a hacer pis detrás de una piedra. La parejita ni siquiera pidió disculpas por la demora.
En los baños había largas filas. Luego fuimos a Machuca, un pueblo polvoriento donde no había nada y evidentemente funcionaba como relleno de la excursión. Ya eran como las 11 de la mañana. Llegamos otra vez a San Pedro de Atacama a las 12.
Me acosté y dormí dos horas. Como tenía tiempo hasta las 4 de la tarde cuando tenía la excursión al Valle de la Luna, me fui a un bar de Caracoles a comer un sándwich de pollo y queso y un jugo de frutas. El sándwich era tan enorme que lo corté en tres y sólo pude comer dos tercios, el resto me lo llevé para comerlo a la noche.
A las 4 estaba esperando que me vinieran a buscar y llamaron de la agencia al hotel para decirme si no me podía acercar hasta Caracoles y Taconao (son tres cuadras). Fui caminando hacia allá, Caracoles es peatonal. El guía se llamaba Abraham y era un chileno-boliviano muy divertido. La primer parada era un sendero en subida de arena de 20 minutos para llegar al Valle de la Luna. Yo lo hice en media hora, todos me pasaron.



Es un cráter, muy distinto del Valle de la Luna de San Juan. Bajar fue más fácil. En el grupo me encontré unos chicos jóvenes chilenos con quienes ya había compartido ayer la excursión a las lagunas altiplánicas.
Abraham preguntó si alguno de nosotros era claustrofóbico y yo le dije que sí. La siguiente parada era en una caverna que había que atravesar. Le dije que prefería no entrar, pero Abraham insistió en que probara, y que en todo caso volviera. Repartió linternas.
El cruce de la caverna fue espantoso, pero muy divertido. Adelante iba la parejita chilena, él llevaba la vincha linterna y me agarró de la mano varias veces para ayudarme, en algunas partes había que pasar prácticamente acostado entre las piedras para no golpearse la cabeza. Todavía después de pasar la parte oscura hubo que subir y bajar entre las piedras, y tuve varios ayudantes: los chicos chilenos, un español de Segovia y Abraham, hasta que finalmente salimos otra vez a la playa de estacionamiento donde nos esperaba la van. Sola no lo hubiera logrado. Abraham se reía porque le dije que para hacer esa excursión debía haber cobrado y no pagado.
Superada la caverna, fuimos al Valle de la Muerte, otro cráter de piedra roja donde corría muchísimo viento; pero el viento no venía solo sino con arena.


Finalmente fuimos al Mirador de la Cordillera de la Sal a ver la puesta del sol, pero no fue espectacular porque era un día nublado, el único desde que llegué a SPA.



Volví llena de arena. Me bañé y me fui a dormir, muerta de cansancio.

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