sábado, 8 de agosto de 2015

VIAJE A IRLANDA - LA CALZADA DEL GIGANTE

Viernes 7/8/2015. Salí a las 8,45 y fui al centro en el ómnibus 57. Quería ir a la Calzada del Gigante pero no había podido reservar porque no tengo Internet. Sabía que los tours salían de la puerta del Hotel Europa, al lado de la estación de ómnibus, a las 10.
Le pregunté a un hombre que estaba en la puerta y me llevó a ver al vendedor.
La Calzada del Gigante me desilusionó, no sé si fue porque estoy ya muy cansada, o porque ésta excursión en particular fue muy agotadora. Salimos a las 9,50 y llegamos a la Calzada del Gigante a las cuatro de la tarde, más de seis horas después, por haber hecho cinco paradas previas.
A la ida tomó el camino costero hacia el norte (y yo me había sentado del lado equivocado, y el ómnibus iba lleno). Prácticamente todo el tiempo bordeamos el mar, y por momentos incluso se veía la costa de Escocia.


No entendía casi nada de lo que decía el guía/conductor, en parte porque no tenía buena dicción, pero además el audio del ómnibus no funcionaba bien. Yo no era la única que no le entendía, cada vez que bajábamos muchas personas le preguntaban  cosas que aparentemente ya había dicho.
La primera parada fue en Carrickfergus, al norte de Belfast, donde hay un castillo y un puerto (el soldado es de mentira).




La segunda fue en Carrickarade, donde hay un puente colgante de cuerdas de veinte metros, que usan (o usaban) los pescadores para atrapar salmones. No tenía la menor intención de cruzar el puente, sólo quería verlo, pero para eso había que pagar 5,90 libras y caminar veinte minutos, no estaba a la vista. Desistí de ver el puente y me fui a la cafetería a comer un sándwich.



La tercera fue en un restaurante, pero yo ya había comido el sándwich y no tenía más hambre. La gente comía tremendos platos de fish and chips.
La cuarta fue en una destilería de whisky para ver un bar del siglo XVII y ni entré.
La quinta fue en el Castillo de Dunlace al lado del mar.


Había un grupo de chicos españoles. Uno de ellos dijo: “Tío, que hace seis horas salimos de Belfast para ver esa bendita Calzada y todavía no hemos llegado”, y era tal cual.
Finalmente llegamos. Para ver las columnas de basalto hay que caminar 700 metros. Y yo esperaba que fueran más impresionantes de lo que en realidad son.



Mucha gente trepaba las piedras, pero yo sólo caminé por los senderos y volví.







Según mi guía son 37000 columnas hexagonales de basalto producidas por una erupción volcánica hace 60 millones de años. 
Según la mitología irlandesa, fue el gigante Fionn MacCumhaill quien puso las columnas para ir a ver a su novia que vivía en una de las islas Hébridas.
No hicimos el mismo camino de vuelta, sino que tomó una autopista, y llegamos a Belfast a las 7 de la tarde.
La mayoría de los negocios ya estaba cerrado y había muy poca gente en la calle, aunque era pleno día. El KFC cerca del City Hall estaba abierto, así que entré a comer los mediterranean bites otra vez para compensar tanto agotamiento.

Después me tomé el ómnibus 57 y volví al departamento. Por primera vez subí en el ascensor con otra persona.

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