jueves, 30 de enero de 2020

VIAJE A ASIA - BALI, PRIMER DIA

Jueves 30/1/2020. Este hotel es totalmente distinto a los otros en los cuales estuve en este viaje.
Sin dudar, el desayuno fue el mejor que tomé en mi vida. Papaya, un jugo de frutas exquisito, café y panqueques con frutas frescas y secas. Impresionante.



Casi frente a mi cuarto está la piscina.


A eso de las 9 salí a caminar. Hacia 34 grados de sensación térmica. El mercado de Ubud esta muy cerca del hotel. Hay muchas motos como en Indochina, da un poco de miedo cruzar la calle.


En las calles hay gente con un cartel que ofrece taxis, varios por cuadra. Y templos e  imágenes de dioses.


En el .mercado venden comida, ropa y souvenirs. Me sorprendí a mi misma regateando, y gasté todas las rupias que tenía en souvenirs y regalos.

  



En uno de los puestos compré un mortero. Cuando le di las rupias la vendedora tocó con ellas varias imágenes.  Le pregunté qué significaba y me dijo que yo era su primera clienta del día y que pedía a sus dioses buena suerte para ella y para mi.



Entré en una casa de cambio para cambiar dólares. Adentro solo había un ventilador y calculo que 45 grados de temperatura. La señora que me atendió tenía mangas largas y chador. Le pregunté porqué tenía tanta ropa con esa temperatura. Me contestó que era musulmana y que para ella era obligatorio estar cubierta. El Islam es injusto con las mujeres.
Estas ofrendas están en las veredas.


También se ve gente rezando frente a los templos.
Volví al hotel. Eran las 11,30 y la sensación térmica ya era de 36 grados.
Descansé una hora con el aire a 21 grados, que placer!


Estudié las excursiones posibles y fui a pedir asesoramiento a la recepción. Ya había bajado mucho la temperatura y lloviznaba.
Quedaron en contestarme si podía unirme a algún grupo o tenía que ir sola. Sali
a caminar otra vez.





Empezó a llover más fuerte, entré en este reaturante italiano y pedí pizza con cerveza. Ahí enfrente estaba el horno.





Y entonces se puso a llover como si fuera el diluvio universal. Me quedé un rato largo en el restaurante esperando que parara pero finalmente decidí irme. Tuve que meter los pies en el agua y esquivar las motos bajo la lluvia. Estaba a unos 400 metros del hotel.  Cuando llegué me tuve que sacar hasta la ropa interior, estaba empapada de la cabeza a los pies. Siguió lloviendo hasta las nueve de la noche.

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