Viernes 24/1/2020. Después de desayunar preparé mi equipaje porque a las 12 salia el ómnibus a Singapur.
A las 10,45 hice el check out y tomé un taxi que me dejó en Transtar, la empresa de ómnibus. Era una oficina, y en la parte de atrás había una sala de espera.
A las 12 llegó el ómnibus que estaciono en doble fila, y subimos. El ómnibus tenía 18 asientos, pero éramos solo 7 pasajeros.
Así es el ómnibus por dentro.
No es el servicio super lujoso que ellos pretenden, pero los asientos son cómodos.
La comida era aceptable.
En el camino muchas, pero muchas, muchas palmeras. Nunca había visto tantas juntas.
A las 14,30 paró en la ruta para que usáramos el baño de un parador, que dejaba bastante que desear. El ómnibus no tiene.
Empezaron a aparecer algunas sierras.
Bajamos en la frontera para salir de Malasia, y mas adelante otra vez para entrar a Singapur. Acá ya estábamos cruzando el puente que separa ambos países.
Hay edificios pero no son tan brutales como los de Hong Kong y Kuala Lumpur.
Me dio la sensación de una ciudad prolija y limpia.
Grúas y obras en marcha por todos lados.
Pasamos por el hermoso edificio Marina Bay.
El ómnibus paró en una especie de pequeña terminal. Alli había una casa de cambio donde conseguí dólares de Singapur y una parada de taxis. Tuve que hacer la fila y esperar bastante. Mi hotel estaba a cinco minutos de allí y llegué alrededor de las 19,30.
Me compré en el bar una hamburguesa y me fui a dormir.
A las 10,45 hice el check out y tomé un taxi que me dejó en Transtar, la empresa de ómnibus. Era una oficina, y en la parte de atrás había una sala de espera.
A las 12 llegó el ómnibus que estaciono en doble fila, y subimos. El ómnibus tenía 18 asientos, pero éramos solo 7 pasajeros.
Así es el ómnibus por dentro.
No es el servicio super lujoso que ellos pretenden, pero los asientos son cómodos.
La comida era aceptable.
En el camino muchas, pero muchas, muchas palmeras. Nunca había visto tantas juntas.
A las 14,30 paró en la ruta para que usáramos el baño de un parador, que dejaba bastante que desear. El ómnibus no tiene.
Empezaron a aparecer algunas sierras.
Bajamos en la frontera para salir de Malasia, y mas adelante otra vez para entrar a Singapur. Acá ya estábamos cruzando el puente que separa ambos países.
Hay edificios pero no son tan brutales como los de Hong Kong y Kuala Lumpur.
Me dio la sensación de una ciudad prolija y limpia.
Grúas y obras en marcha por todos lados.
Pasamos por el hermoso edificio Marina Bay.
El ómnibus paró en una especie de pequeña terminal. Alli había una casa de cambio donde conseguí dólares de Singapur y una parada de taxis. Tuve que hacer la fila y esperar bastante. Mi hotel estaba a cinco minutos de allí y llegué alrededor de las 19,30.
Me compré en el bar una hamburguesa y me fui a dormir.
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