Viernes 25/1/2013. Desayunamos a las 6 de la
mañana y a las 7 ya estaban la camioneta, Gokul y su socio, listos para partir
a la frontera. Cargaron todas las valijas en el portaequipajes. El camino es
bueno en general, de montaña, pero hay algunas partes donde es irregular, y
otras donde es realmente malo. El paisaje, maravilloso, la cadena del Himalaya,
las montañas más altas del mundo.
A las 10,30 paramos en un lugar para ir al
baño y descansar. Mirando hacia arriba se ve gente haciendo trekking. Debajo
del camino se veía un río de montaña con piedras y mucha corriente. No hacía
frío. Aquí están Gokul y su socio:
Al mediodía llegamos a la frontera del lado
de Nepal. La camioneta no puede pasar a China. Cuando estacionó, varias
personas, entre ellas una mujer con un bebé en brazos, se pararon a los
costados. No pedían plata ni nos hablaban. Después comprendí, cuando el chofer
empezó a bajar las valijas del portaequipajes: querían llevarlos para ganar
propinas.
A China había que pasar caminando. Una de nuestras valijas la llevó
–increíblemente colgada de la cabeza- la chica con el bebé. Me resultó muy
chocante, y cuando pasamos del otro lado de la frontera le di todas las rupias
nepalíes que me quedaban.
Pasamos la oficina de migraciones de Nepal,
cruzamos un puente y entramos caminando en China. Allí arriba en la montaña se
veía Zhangmu, el pueblo de frontera donde dormimos hoy. Le saqué una foto y me
vinieron a retar, no se podía.
Para entrar en la oficina de migraciones
china tuvimos que esperar a nuestro guía, que es un tibetano y responsable por
nuestro comportamiento en el país. Abrieron todas las valijas. A Mirta le
quisieron sacar los remedios, se puso muy mal y gritaba que era una “old lady”
y que los necesitaba. Llamaron a un jefe y finalmente se los dejaron. A
Cristina le sacaron un CD de música tibetana, al parecer lo asociaron con el
Dalai Lama, que está prohibido en China.
Tomamos un taxi allí mismo que nos dejó cerca
del hotel. Gokul, su socio, nuestro guía tibetano que afortunadamente habla muy
claro inglés, y nosotras cuatro. Por alguna razón que no comprendí todavía
tuvimos que caminar unos 200 ó 300 metros en subida hasta que llegamos. En la
puerta estaba estacionada nuestra camioneta y cabía todo el equipaje! Gokul y su
socio esperaron hasta que estuvimos instaladas en el hotel para volver a
Kathmandú, se portaron muy bien con nosotras.
Todo el procedimiento fue sorprendente y muy
estresante pero salió bien. Esta es una aldea de montaña muy bonita. El hotel
Zhangmu es lindo y cómodo, salvo que hacía mucho frío y no había calefacción ni
Internet.
Este es el Hotel Zhangmu, con puerta de tela, con el frío que hacía!!!
Salimos a caminar por el pueblo, que tiene una sola calle. Había muchos negocios y ningún occidental, nos miraban como si fuéramos extraterrestres.
Entramos en un supermercado y compramos galletitas,
agua, chocolates y una lata que era como viandada de cerdo, que resultó muy
rica.
Hay restaurantes, pero con comida china y con palitos, ni pensarlo. En
los cuartos había pava eléctrica, así que improvisamos una cena frugal.
Pagamos con yuanes, la moneda china, que conseguimos en Kathmandu. Un dolar vale 6 yuanes, o sea que acá las cuentas eran fáciles; un yuan es equivalente a un peso argentino. En todos los billetes está Mao. Tibet es parte de China desde 1959.
Caminando por la única calle nos encontramos
con nuestro guía, con el rosario tibetano en la mano. Le pregunté si estaba
rezando y me dijo que sí.
Nos dijeron que a partir de las 6,30 de la
tarde había agua caliente y era verdad. Las barilochenses me volvieron a
sorprender: tenían más frío que yo. Me senté a escribir envuelta en la frazada.
Esta es la vista de Zhangmu desde la ventana del cuarto:
Hola! estoy aqui leyendo tus vivencias!!realmente espectacular, Felicitaciones
ResponderEliminardaniela