Miércoles 23/1/2013. A las 6 de la mañana me
desperté y fui a desayunar sola. Había un grupo de vietnamitas que comían
cantidad de huevos duros. Este desayuno fue mucho mejor que los de India:
croissants y muffins además de las tostadas. Leí mi guía de Nepal y caminé por
la cuadra hasta que las demás se despertaron.
A las 10 nos vino a buscar el conductor. Le
pregunté el nombre y le pedí que lo deletreara pero le pidió a otro chico del
hotel que lo escribiera, creo que no sabe escribir, y tiene unos 30 años!! Se
llama Uddhav.
Fuimos al Templo Pashupatinah, mejor dicho a
sus alrededores, porque al templo no pueden entrar los extranjeros. Hay un río
no muy ancho pero muy contaminado. En las orillas creman los cadáveres. Vimos
varias piras funerarias, todo bastante impresionante.
Los vendedores ambulantes son realmente
insoportables. Alrededor de los templos hay miles de vendedores.
Volvimos a subirnos al auto y fuimos al
Templo budista Boudhanath. El conductor, que era bastante tonto, nos explicó
mal y caminamos varias cuadras para otro lado. Preguntando nos dimos cuenta que
nos habíamos equivocado y volvimos. También aquí miles de vendedores
ambulantes, monos, suciedad. Caminamos alrededor del templo en sentido horario,
como hacen los budistas, e hicimos girar unos cilindros de metal como hacen
ellos. Esta es una realidad completamente diferente, y sorprende.
Alrededor del Templo hay vendedores de ropa y souvenirs:
Los banderines de colores son peticiones que hacen los budistas. Los cuelgan en todos lados: en los caminos, en los techos de las casas y en los templos:
Cuando volvimos le dije a Uddhav que nos
tenía que dar mejores explicaciones porque no le habíamos entendido. Me hizo
cara de malo.
Otra vez al auto y al Swayambhu Temple, el
Templo de los Monos, en una colina, desde donde se ve Kathmandú y las montañas.
Esta vez Uddhav nos dejó justo en la puerta. Subimos muchas escaleras. Había
mucha gente y monos por todos lados.
Estos son los cilindros de metal que dan vueltas y que están en todos los templos budistas. La gente pasa y hace girar uno por uno. Yo también lo hice:
Por último nos dejó en Basantapur, un barrio
con mucho movimiento de gente y templos. Desde allí nos dijo que volviéramos
caminando al hotel, nos indicó el camino y nos dijo que eran veinte minutos de caminata.
En todos los lugares donde fuimos nos cobraron entradas, pero acá nos querían
cobrar 750 rupias a cada una (o sea casi 10 dolares) simplemente por caminar
por la calle. Me acerqué a la garita a preguntarle al policía otra vez porque
no lo podía creer, pero era así. Nos pareció una estafa y empezamos a caminar
para el lado del hotel. Después de unas cuadras decidimos tomar un taxi.
Caminar por las calles de Kathmandú no es como caminar en cualquier calle de
Buenos Aires: no hay veredas, las calles son angostas, y hay que tener cuidado
con los autos y las motos, o sea que es bastante estresante.
Llegamos al hotel y nos fuimos otra vez a la
pizzería de la cuadra, estábamos muertas de hambre. Hoy nos ofrecieron un
postre de regalo.
Tanto en la pizzería como en el hotel todos nos saludan y
hablan con nosotras. En realidad nunca pasamos desapercibidas. En estas
culturas cuatro mujeres solas, sin un hombre que las proteja, es una
excentricidad. Y encima se dan cuenta de que nos divertimos.
Cuando salimos de la pizzería fuimos a la
oficina de Gokul para arreglar el viaje a Tibet. Nos dijo que la frontera
estaba abierta, que no podíamos ir en avión porque la visa era para ir por
tierra, y que teníamos que dejar en Kathmandú parte de nuestro equipaje, porque
en la 4x4 van el conductor, el guía y nosotras cuatro. Entonces él tiene que
quedarse con parte de nuestro equipaje porque nosotros haríamos
Lhasa-Kathmandú, Kathmandú-Delhi y Delhi-Buenos Aires todo seguido sin salir,
en principio, de los respectivos aeropuertos. Nos mandaría las valijas al
aeropuerto de Kathmandú. A todo esto nuestros pasaportes están en la embajada
china en Kathmandú. Todo se empezó a complicar aceleradamente. Esta
conversación fue en la oficina de Gokul casi a oscuras, porque durante diez
horas por día no hay luz en la ciudad, y aparentemente hace varios años que
esto es así. Los nepaleses parece que están acostumbrados.
Si mañana o pasado llegara a haber otra
nevada, tendríamos que volvernos. Quedamos en volver a hablar mañana.
Volvimos al hotel pero antes pasamos por una
panadería que yo había visto esta mañana temprano cuando salí a caminar.
Esto es Thamel,. el barrio donde está nuestro hotel. Es un lugar con muchos negocios y hoteles:
En el
cuarto tomamos café con facturas y hablamos. Decidimos no ir al Tibet, nos
parece demasiado riesgoso.
Llamamos por teléfono a Gokul y quedamos en
que él pasa mañana a las 8 por el hotel para terminar de decidir qué hacemos.
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