Sábado 26/1/2013. A las 8 de la mañana
salimos de Zhangmu para el norte. Era de noche y hacía un frío demencial. En
nuestro cuarto del hotel, antes de salir, tomamos café con galletitas.
Subimos la montaña. De noche, en camino de
cornisa, nieve y hielo por todos lados.
Mis compañeras de viaje estaban
aterradas, yo no porque soy más audaz, me gustan las experiencias extremas y estoy convencida de que nada
malo me va a ocurrir mientras estoy de viaje. Adentro de la camioneta, que es
una Toyota Land Cruiser, hacía tanto frío como afuera. Hielo en los vidrios,
del lado de adentro!
Después de dos horas y media paramos en un
lugar muy precario que pretendía ser un bar: un fogón en el medio, mesas a los
lados, humo y suciedad. Nuestro guía Ngawang había traído agua en un termo y
nos hizo café con leche instantáneo. Era horrible, estaba tibio y odio la
leche, pero no estaba en condiciones de hacerme la exquisita. Cristina y Mirta
se sentaron frente al fogón, yo caminé entre las mesas para entrar en calor.
Ngawang también nos dio rodajas de pan de molde. La puerta del local era de
chapa y no cerraba bien.
Aquí están Elba y Mirta en el "bar". Sus caras lo dicen todo:
El conductor y Ngawang comieron un potaje de
arroz y fideos y nos ofrecieron, pero dijimos que no.
Seguimos viaje. Bordeamos un río congelado y
vimos a lo lejos … el Everest!!!! Un privilegio.
En un pueblo llamado Dingre paramos a
descansar. Eran ya como las dos de la tarde y no hacía tanto frío. Ngawang nos
contó que él nació cerca de allí. En las casas no hay agua corriente, la van a
buscar al río, y ni pensar en calefacción, salvo hacer un fueguito. Queríamos
ir al baño y usamos el de un restaurant: un agujero en el piso y puerta de
chapa que no cerraba bien. Nos paramos al sol radiante y un hombre pasó en un
auto y nos sacó una foto: supongo que porque Cristina, Elba y yo estábamos fumando
a 5000 metros de altura. En Kathmandú compramos Diamox contra el mal de altura
pero prácticamente no nos ha afectado, yo sólo tomé una la noche anterior de
salir para el Tibet. Hoy tuve un poco de dolor de cabeza que me curé con
Ibupirac 600.
En semejante paisaje desértico, entre las
montañas más altas del mundo y sin un solo arbol a la vista hay paneles
solares: Ngawang nos explicó que son antenas de telefonía celular y debe ser
cierto, porque hay señal, entran mails y mensajes.
Las distancias no son tan grandes, pero hay
control de velocidad en la ruta hacia Lhasa, que se llama Friendship Highway,
que tiene 5000 km de extensión y que va desde la frontera con Nepal hasta
Shangai. El control de velocidad lo hacen por medio de un cupón que van
sellando en cada checkpoint –que hay muchos-. No se puede ir a más de 40 km por
hora, y si ven que están adelantados paran en el costado de la ruta a hacer
tiempo. En algunos de los checkpoints Ngawang debía mostrar nuestras visas y
pasaportes. En uno de ellos incluso abrieron dos de las valijas.
En los pasos más altos del camino hay
banderas de colores y se indica la altura. Pasamos por uno de 5248 metros.
Los
tibetanos cuelgan en los techos de las casas y en los pasos altos banderas de
color azul (cielo), blanco (nubes), rojo (fuego), verde (agua) y amarillo
(tierra) para hacer peticiones y tener suerte, una vez por año. Ngawang habla
tibetano, chino, inglés que aprendió en India y algo de hindi. Tiene 42 años,
aunque parece mucho más, vive en Lhasa con su esposa y tiene un solo hijo de 16
años. El habla inglés muy claro y yo traduzco.
A las tres y media de la tarde paramos a
comer en una ciudad llamada Lhtse. Era un restaurante típico chino con menú en
chino y en inglés. En la pared del restaurante estaba colgado este curioso planisferio:
Yo comí pollo con papas y vegetales, Elba y Cristina papas
con carne y Mirta sándwich de huevo con papas. El pollo estaba muy rico pero
algo grasoso, cocido en pedacitos. Tomamos coca cola china.
Seguimos viaje y a las 6 y media de la tarde
llegamos a Shigatse, al Hotel Manasarovar. Aquí había splits. Está en una
avenida muy ancha pero casi todos los negocios estaban cerrados. En un pequeño
supermercado donde no hablaban una palabra de inglés compramos almendras, papas
fritas y galletitas.
En el hotel había wifi pero la conexión no
era buena, pude ver los mails y leer diarios, pero no entrar al blog. Después me enteré que el gobierno chino bloquea los blogs. Para
conectarme tuve que bajar al lobby. La puerta del hotel es de tela!! Mucho
frío, los empleados trabajan con campera y bufanda.
Bajo las dos mantas que teníamos estaba
calentito, pero el split no alcanzaba a calefaccionar el cuarto.
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