Sábado 4/1/2014. El avión de Iberia salió
puntual a las 14,20 y llegó a Madrid exactamente doce horas después. No fue un
viaje tranquilo, había niños lloricones, luces prendidas y las azafatas
despertando a todo el mundo para repartir jugo y sándwiches!!
Dormí pero me despertaron demasiadas veces.
Domingo 5/1/014. En el aeropuerto de Madrid
tuve que esperar cinco horas, que se hicieron casi siete porque el avión de
Royal Jordanian a Amman salió a las 14 horas en lugar de las 12,50 que era su
horario original. Este vuelo duró cuatro horas. Descubrí que los musulmanes
rezan incluso en los aviones, y era relativamente fácil porque íbamos en
dirección a La Meca. Cuando
llegamos al aeropuerto de Amman tuve que pagar la visa, pero sólo la cobran en
dinares jordanos, o sea que previamente debí cambiar euros en el banco que hay
allí mismo.
Estos son los dinares jordanos, en los billetes está el rey. Un dinar vale un poco más que un euro:
Recuperé mi valija y salí y me estaba esperando un jordano que
hablaba español, y que nos trajo, a una pareja de madrileños y a mi, al hotel
Days Inn. El aeropuerto está a 45 km de la ciudad, así que con todos estos
trámites llegué a mi cuarto del hotel a las 9 de la noche (en Jordania es una
hora más que en Madrid, y hay cinco horas de diferencia con Buenos Aires). Tomé
un café –en el cuarto hay cafetera eléctrica-, quise cargar el celular y me fue
imposible porque el adaptador no quería entrar en el enchufe, quise programar
la caja de seguridad y tampoco pude. Pensé que estaba demasiado cansada y me
fui a dormir.
Lunes 6/1/2013. A las 8 de la mañana me
venían a buscar, así que puse el despertador a las 6. Ya descansada intenté
enchufar el celular y programar la caja de seguridad, pero parece que mi
cansancio no tenía la culpa. Desayuné exquisitas masitas con pistachios y miel,
yogur griego, aceitunas y otras delicias y pedí ayuda. El enchufe tenía su
secreto: el jordano que vino a auxiliarme destrabó con un lápiz el agujero de
arriba del enchufe (jamás se me hubiera ocurrido) y quiso programar la caja de
seguridad pero llegó a la conclusión de que no funcionaba, así que puse mi
netbook y la plata en mi valija y la cerré con llave.
A las 8 vino Ibrahim, que es un jordano que
habla perfecto español porque vivió muchos años en Panamá, y salimos en un
tremendo ómnibus, a pesar de que no éramos más de doce personas.
Salimos de Amman hacia el oeste. Paisaje desértico:
En una hora llegamos al
Mar Muerto. Estábamos a 20 km de Jerusalén. Era un día de sol y no hacía frío,
pero tampoco era para meterse en el agua, aunque varios se metieron. Toqué el
agua y no estaba demasiado fría, pero me quedó una sensación de gratitud en la
mano.
Me senté en la playa a ver cómo flotaban. En
el grupo hay varios argentinos, la pareja de madrileños y varios mexicanos.
Cuando terminaron de bañarse volvimos a Amman
y de allí al norte a Gerash (que pronuncian Yarash), que era una ciudad romana,
capital de la provincia Arabia Petrea, y donde está el Arco de Adriano, el
Hipódromo, el Anfiteatro y los Templos de Zeus y de
Artemisa, todo de piedra blanca y parcialmente reconstruido.
Es hermosa la plaza principal rodeada de columnas.
El anfiteatro griego también es una maravilla:
Pero antes de recorrer las ruinas fuimos a
almorzar. En Jordania se puede fumar en todos lados, en los hoteles y en los
restaurantes. Me senté con Ibrahim y el conductor del bus y era un menú fijo.
Primero trajeron muchos platitos con hummus (no tiene gusto a nada), pasta de
berenjenas (muy rica), yerbabuena con sésamo (exquisita), papas fritas, queso y ensaladas.
Enormes panes que reponen todo el tiempo porque los jordanos comen mucho pan,
que cocinan en un horno sobre piedras en un minuto.
Después trajeron pollo y
cordero asado y kebab, que es carne picada muy condimentada. Tomamos limonada
con menta, y después trajeron bananas jordanas chiquitas y café turco, muy
fuerte y con borra. No estoy pasando hambre en Jordania.
Luego de visitar las ruinas de Gerash fuimos
al Castillo de Ajlun, cerca de Amman. Subí hasta bien arriba por escaleras de
piedras bastante irregulares, pero desde allí se ven las alturas del Golan y
las colinas de Jerusalén, aunque no era un día muy claro, había neblina.
A las 5 de la tarde ya era de noche. Hay
muchísimo tráfico en Amman, casi no existe el transporte público y todos andan
en auto. La sequedad del clima se siente en la garganta y en los ojos.
A la noche sólo tomé café, fue demasiada
comida por hoy. Tuve que pagar dos dinares por una hora de internet.
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