Jueves 16/1/2014. Cuando me desperté llovía
fuerte. Otro desayuno exquisito en El Rey Moro. La recepcionista del hotel me
dijo que podía ir caminando a la estación de autobuses del Prado de San
Sebastián porque está cerca. Siempre salí del hotel caminando hacia la
izquierda, porque para ese lado está la Catedral , pero para ir a la estación de autobuses
tenía que caminar hacia la derecha. Como era temprano y ya no llovía fui hasta
allá para ubicarla, y era cierto, estaba muy cerca.
Volví al hotel, hice el checkout y me fui
caminando hacia allá otra vez con mi valija.
En el camino saqué esta foto a una tapa de agua con el símbolo de Sevilla. Las sílabas NO y DO y en el medio una madeja. Está en el tranvía y en las bicicletas públicas. Significa NO-MADEJA-DO, o "no me ha abandonado" y alude a la ayuda que le dieron los habitantes de Sevilla al Rey Alfonso El Sabio contra su hijo Sancho en el siglo XIII.
El ómnibus salía a las 11 y fue
puntual. En el camino también llovía. Paró brevemente en Villamartin y en
Algodonales y a las 13,10 llegó a Ronda. Averigüé los horarios para viajar a
Málaga el sábado y tomé un taxi para ir a mi hotel.
Se llama Hotel Ronda, está en la calle Ruedo
de Doña Elvira 12, en la parte antigua de la ciudad y es de piedra y
antiquísimo. Pero está a menos de 200 metros del Puente Nuevo, tiene wifi y
split. Sospecho que soy la única pasajera, la señora que atiende me mostró dos
habitaciones para que eligiera y elegí la de la esquina que tiene dos ventanas.
Me dio un mapa de la ciudad y salí a caminar.
Ya no llovía, pero hacía viento y frío. Es impresionante el cañón sobre el río Guadalevin. Crucé el Puente Nuevo, vi la
Plaza de Toros y recorrí los miradores sobre el río.
Caminé
por las callecitas sinuosas, todo es antiguo.
Es un pueblo pequeño y todo está cerca.
Encontré una gran iglesia frente a una plaza que se llama Santa María La Mayor.
Todos los monumentos tienen carteles explicativos, en español y en inglés. Este era el alminar de una mezquita que ya no existe:
El pueblo está lleno de hoteles y
restaurantes. Hay unos pocos turistas, sobre todo orientales.
A las 3 de la tarde entré en un bar y comí una
tortilla muy rica. No la pude terminar, era demasiado grande.
El museo estrella del pueblo es el Palacio de
Mondragón y viendo mi mapa ví que estaba muy cerca. Es de la época de los moros
y tiene muy lindas terrazas sobre el río. Adentro cuenta la historia de los
pobladores de la zona, pero lo que más me gustó fue el edificio.
Antes de volver a mi hotel me compré un
bocadillo para cenar y no tener que salir.
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