Domingo 19/1/2014. Me levanté temprano, y
llovía en Málaga. Me fui caminando los 90 metros hasta el AC Málaga Palacio, y
llegué 7,40. Como en el hotel se servía el desayuno a partir de las 7,30, me
dieron una bolsa con dos sándwiches, agua, jugo y galletitas. Estaba yo parada en
una esquina de Málaga comiendo un sándwich, de noche y lloviendo, y
preguntándome si vendrían a buscarme. A las 7,50 llegaron dos chicas argentinas
que también iban a Marruecos, y a las 7,55 vino el guía que nos iba a llevar al
puerto. Eramos seis, porque había dos personas más con una nena que salieron
del AC Málaga Palacio.
Fuimos hacia el oeste bordeando el mar y
paramos en un bar de Benalmádena donde tomamos un café, y después paramos en
dos hoteles más de Marbella. En total éramos 24 personas.
Dejó de llover, pero hacía frío y llovía, y el
guía explicó que el puerto de Tarifa estaba cerrado por mal tiempo, así que
íbamos a salir de Algeciras, donde había barcos más grandes, pero que era “un
rollo” porque en realidad era un puerto de carga y no de pasajeros.
Llegamos a Algeciras a las 10 de la mañana. Desde
allí se veía el peñón de Gibraltar.
El ferry, que iba a salir a las 12,
finalmente salió 13,30. Iba a tardar una hora y media y tardó dos horas y media,
maniobrando contra el viento.
Me senté en una mesa con Marta y Eduardo,
cordobeses, Cecilia y Jacqueline, brasileñas madre e hija, y un profesor
canadiense. En el mismo barco había que mostrar el pasaporte y un formulario
blanco para ingresar a Marruecos. Eduardo y el profesor canadiense fueron a
hacer la fila antes de que el barco zarpara. Eduardo ofreció hacer también mi
trámite y el de las brasileñas y le dimos pasaportes y formularios.
El barco zarpó a las 13,30. La primera hora
todo fue bien. La fila iba lenta y Eduardo no volvía. Comí pizza y le fui a
ofrecer quedarme yo en la fila para reemplazarlo, pero no quiso aceptar y volví
a la mesa. El enorme ferry, que llevaba camiones, autos y miles de personas
empezó a moverse mucho. Marta, Cecilia y Jacqueline estaban mareadas. Sobre la
mesa había bolsas para devolver. Marta tomó una y devolvió, y después otra y
otra más. Cecilia y Jacqueline estaban con los ojos cerrados y agarradas de la
mesa, como en trance. Poco después volvió Eduardo con los pasaportes sellados. Finalmente,
después de dos horas y media de viaje, el barco entró en el puerto.
Y ahí nomás se veía la costa española!!
La bajada a tierra también fue complicada.
Tuvimos que bajar dos tramos de escalera con las valijas, pasar entre los autos
y camiones que salían del ferry, y después tomar un ómnibus del puerto que nos
dejó cerca de nuestro guía marroquí y el ómnibus definitivo.
El puerto al cual llegamos no era Tánger,
sino que se llama Puerto del Mediterráneo.
Allí cambié euros por dirhams, la moneda
marroquí. Por 50 euros me dieron 546 dirhams.
Una vez acomodados en nuestro ómnibus, había
que ir a Fez. Eran las 4 de la tarde, porque en Marruecos hay una hora menos
que en España. Llegamos a las 10 de la noche, habiendo hecho dos paradas. Una
pesadilla.
Para compensar, a las 6 de la tarde se puso
el sol y fue una maravilla verlo.
Entramos al hotel Menzeh Zalagh y nos
mandaron directamente a comer. Había un buffet de pollo, pescado, verduras y
algunos postres. Comí pollo, aceitunas, rodajas de naranja y torta. Desde las 7
de la mañana cuando me paré frente al AC Málaga Palacio y la llegada al hotel
en Fez pasaron 16 horas. Fue un día muy largo.
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