Miércoles 24/1/2018. A las 6,30 estábamos desayunando. Por primera vez en este viaje encontré queso untable en el desayuno, y también comí arándanos, muy bueno el desayuno del Marriott.
Mi ventana en el piso 10 tenía escarcha, hacia 17 grados bajo cero.
A las 8 salimos con nuestro guía Tzu, que nos vino a buscar con una van, aunque somos solo cuatro. Seúl es una ciudad muy moderna y con muchos rascacielos.
Fuimos al Museo del Folklore. En varias partes del piso hay hielo, y hay que ponerse gorro, bufanda y guantes.
Es un día de sol, pero hay viento y se siente mucho pero mucho frio.
Pegado al Museo del Folklore estaba el Palacio Real, con varios pabellones, todos a la intemperie.
De allí fuimos al Museo de la Guerra de Corea. Un edificio imponente.
Los japoneses invadieron Corea dos veces: la primera vez fue en 1592, durante el transcurso de la dinastia Joseon, y permanecieron allí siete años hasta que fueron expulsados.
La segunda vez fue en 1910 y se quedaron hasta 1945 cuando fueron vencidos en la segunda guerra mundial.
La guerra de Corea (1950 a 1953) enfrentó a Corea del Sur, a la cual apoyaban los Estados Unidos y otros países occidentales, con Corea del Norte, a la cual apoyaban China y la Unión Soviética. Fue muy cruenta y hubo 3 millones de civiles muertos.
En el Museo se cuenta la historia de la guerra. Nunca se firmó la paz, y existe una zona "desmilitarizada" a la altura del paralelo 38 que separa ambas naciones.
Están las réplicas de los barcos usados en las batallas contra los japoneses.
Cuando salimos del Museo fuimos a un restaurante. Había una plancha a gas sobre la mesa y Tzu le agregó carne de cerdo y pollo, brotes de soja y hongos. Se empezó a cocinar la carne, y con una tijera la cortó en trocitos. Comí trocitos cuando se cocinaron bien, pero no eran ricos.
Allí también está Samsung. Interactuamos con máquinas, subimos a una montaña rusa con visores de realidad virtual y después fuimos a la tienda. Los celulares más baratos valían 1000 dólares. Vimos heladeras y lavarropas inteligentes, también había tablets e impresoras.
Hoy también hacía mucho pero mucho frio, no estaba para caminar por la calle.
Desde allí enfilamos hacia el sur y fuimos al Museo del Baño, cerca de la ciudad de Suwon.
Aparentemente lo construyó un francés obsesionado por la higiene de los africanos y asiáticos, según le entendí a Tzu, que a pesar de haber vivido en la Argentina, en México y en España tiene grandes dificultades para expresarse.
Ya en Suwon, bajamos del bus para ver la Muralla que hizo construir Geongjo, que era el rey número 22 de la dinastia Joseon. Caminamos por la Muralla, vimos los puestos de vigilancia y nos morimos de frio.
Al rato bajamos otra vez para ver un palacio donde este famoso rey Geongjo vivió.
En la misma ciudad fuimos a un restaurante donde había una parrilla en la mesa parecida a la de ayer, pero hoy cocinaron carne de vaca cortada muy pero muy fina, con fideos y brotes de soja. Además había verduras y arroz. Comí la carne cuando vi que estaba bien cocida.
Después en el bus comí unas galletitas que había comprado ayer.
Más tarde recorrimos una calle comercial, donde alquilaban trajes típicos y vendían souvenirs.
Tzu contó que era coronel del ejército coreano y que está jubilado, vivió en el extranjero como agregado militar de la embajada coreana.
A las 6 de la tarde llegamos a Jeonju y nos acomodamos en el Hotel JS. Esta es una ciudad mucho más pequeña. Gareth salió a caminar y compró unos sándwiches, hoy yo no quería pasar más frío.
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