Martes 30/7/2013. Recién me pude dormir a las dos de la mañana (los
técnicos seguían trabajando en el techo), porque llovió y refrescó. Dejé las
dos ventanas abiertas.
Cuando me desperté a las 7, los técnicos seguían allí en el techo, y
el aire seguía sin funcionar.
El mismo hotel me vendió el ticket para el bus turístico, que sale
5000 forints (unos 17 euros), que tiene
validez por 48 horas y tres recorridos: el rojo, el amarillo y el barco por el
Danubio.
Hoy el clima cambió completamente, hay brisa y está muy agradable.
Me fui caminando con mi mapa hasta la parada 1 del bus rojo, que salía
a las 9,30. Pasé por la Basílica de San Izstvan, que es monstruosa:
Aquí también hay estatuas en las calles:
Ví la Opera, la Plaza de los Héroes y el Bastión de los Pescadores:
El ómnibus subió al castillo. Desde allí arriba se ven Buda (con elevaciones) y Pest (llana) separadas por el Danubio:
Del lado de Buda está la Citadella, que es una fortaleza:
El Parlamento está del lado de Pest y cerca de mi hotel. Es un edificio gótico que tiene casi tres cuadras de frente:
Cuando terminó la vuelta me bajé y tomé el amarillo (los recorridos se
cruzan así que se pueden combinar).
Ví cuatro puentes sobre el Danubio, todos reconstruidos porque los alemanes los volaron durante la guerra: el Puente de la Libertad, el Puente Isabel, el Puente de las Cadenas y el Puente Margarita:
El Puente Isabel se llama así por la emperatriz Isabel de Baviera, la famosa Sissi, muy querida en Hungría.
A las 2 de la tarde me bajé del amarillo en la Avenida Karoly y caminé por el mercadillo que hay allí, fui
a ver de cerca la sinagoga y entré en un supermercado, donde compré mostaza,
páprika, paté de atún en tubo y sardinas para llevar a BA.
Esta es la sinagoga mayor de Budapest:
Me volví al hotel caminando, porque ví la Basílica de San Izstvan,
que es enorme y tiene una forma muy característica. Ya me ubiqué cómo volver
desde allí. El aire acondicionado seguía sin funcionar y los técnicos seguían
en el techo.
Al rato volví a salir con la idea de comer algo. Ví varios negocios
que venden helados y todas cosas dulces, pero yo estaba buscando algo salado.
Me senté en un bar a comer pizza y tomar cerveza y después busqué uno de
esos negocios de cosas dulces pero no pude encontrar ninguno. Me compré un
helado en un supermercado.
Cuando llegué al hotel me encontré dos sorpresas: el aire
acondicionado funcionaba y me habían dejado un botella de vino húngaro con una
cartita diciendo que habían solucionado el problema y que me agradecían la
paciencia.
Así que me puse a bajar las fotos y a escribir, tomando vino húngaro.
Un placer.