Lunes 29/9/2013. Después de desayunar preparé mi equipaje, lo dejé en
el hotel y me fui al barrio de los museos. Entre los más de cien que hay en la
ciudad no es fácil elegir, pero opté por el Leopold Museum para ver cuadros de
Klimt. Me gustó mucho La vida y la Muerte y varios cuadros enormes que pintó
para la Universidad
de Viena y que luego recuperó porque no gustaron. A mí me gustaron mucho.
Siempre que subía en el ascensor del hotel miraba este cartel, y me preguntaba qué diría. Me inquietaban los signos de exclamación. Por eso lo busqué en Google Translator. Dice No usar el ascensor en caso de incendio.
Al mediodía volví al hotel para buscar mi equipaje e hice el camino que ya había ensayado: metro en Stephansplatz, seis estaciones hasta Erdberg, y allí esperé el ómnibus que me llevó a Budapest. Tardó tres horas y pasé mucho calor, el clima era sofocante adentro y afuera del ómnibus.
Yo ya había averiguado que para llegar de la Estación Nepliget de Budapest hasta mi hotel podía tomar el metro, que no tenía que hacer combinación, y que me tenía que bajar en Arany Janos, dirección Ujpest Kozpont. El hotel me había ofrecido enviar un taxi pero yo no quise pagar los 17 euros.
En realidad fue muy fácil llegar a Arany Janos. Bruni me había dado plata húngara que tenía de otro viaje para que le compre algún souvenir, así que tomé prestadas dos de las monedas que ella me dio para comprar el ticket.
Cuando salí en la estación Arany Janos me habían dicho que tenía que caminar cinco minutos, pero no tenía idea para qué lado. Los húngaros son muy amables, le pregunté primero a una chica a la salida del metro, y más adelante a un motociclista que estaba parado, y ambos sacaron sus teléfonos para ver el mapa e indicarme. Incluso el motociclista se disculpó conmigo por no hablar bien inglés, y me contó que había aprendido algo viendo televisión.
Finalmente llegué al hotel muerta de calor. Después me enteré de que había sido el día más caluroso del verano con 39 grados.
En el hotel me advirtieron que la habitación no estaba fresca, que tenían un inconveniente con el aire acondicionado, pero que pensaban que en unas dos horas iba a estar solucionado. Y era cierto, era un horno, así que me dí una ducha y me fui a pasear. No había gente en la calle, y muchos negocios cerrados. En un bar tomé cerveza y comí pechuga de pollo con jamón y papas fritas, desde el desayuno no comía nada.
Volví al hotel y seguía siendo un horno. Como mi habitación está en el quinto piso, que es el último, en un techo lateral trabajaban los técnicos del aire acondicionado, hasta ese momento sin éxito. Abrí las dos ventanas para que entrara aire.
Estos son los forints húngaros. Un euro equivale a 290 forints:
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