Sábado
13/7/2013. A las 5 de la tarde salió puntual el vuelo de Lufthansa, un avión
enorme, calculé cerca de 500 pasajeros, y todos los asientos ocupados. Un vuelo
tranquilo de 13 horas. Tomé dos vasos de vino y no café para poder dormir, y
dormí bastante, aunque las butacas eran bastante más incómodas que las de mi
último viaje largo en Qatar Airways.
Domingo
14/7/2013. El avión llegó a Frankfurt a las 11 de la mañana, que eran las 6 en
Argentina. Di vueltas en ese enorme aeropuerto hasta encontrar la puerta de
embarque del vuelo a San Petersburgo, que salía a la 1,40. Este vuelo duró dos
horas y media y también fue muy tranquilo. Mi valija fue de las últimas en
aparecer en la cinta. Cuando salí había una chica con un cartel con mi nombre y
ahí nomás estaba Bruni que había llegado en otro vuelo desde París una hora
antes. Nos llevaron en un auto hasta el hotel Courtyard Marriot, que está
bastante lejos del aeropuerto. En el hotel se quedaron con nuestros pasaportes,
porque dijeron que necesitaban tiempo para hacer la registración. Recién los
pudimos recuperar 24 horas más tarde, y después de reclamar tres veces.
En el
hotel hay casa de cambio, y cambié algunos euros por rublos. Cada rublo vale 40,50 euros.
Dejamos
las valijas y salimos a caminar con un mapa que nos dieron en el hotel (pero
entre las dos no hacemos uno medianamente orientado). Era domingo y no había
mucho movimiento, y el hotel no es céntrico, pero vimos canales, varias
iglesias y una gran sinagoga.
Quisimos entrar en la Catedral de San Nicolás
con varias cúpulas doradas, pero estaba cerrada, eran las 9 de la noche y pleno
día.
Antes
de volver al hotel comimos una pizza rusa muy finita. Eran más de las 10 y
seguía siendo día.
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