Lunes
15/7/2013. A las 7,30 bajamos a desayunar. Había de todo, comí frutas y
panqueques. A las 9 salía nuestra visita guiada a la ciudad. Mucha gente,
unos pocos argentinos y muchos centroamericanos. Fuimos hacia el centro y vimos
más canales y el río Nevá. Mucha agua en San Petersburgo, que está construida
sobre un delta, alejada del Mar Báltico. Hay muchísimos puentes que atraviesan
el río y los canales y mucho tráfico. Pasamos por el Canal Fontaney que sale
del río Nevá y vuelve a desembocar allí. Ahí había muchas fuentes que fueron
destruidas por los nazis en el sitio de Leningrado (la ciudad en esa época se
llamaba así).
Paramos
en la Iglesia
de San Salvador sobre la sangre derramada, que tiene ese nombre dramático
porque en ese lugar un terrorista hirió al Zar Nicolás II, que murió como consecuencia
del ataque.
Es un
hermoso edificio con cúpulas de colores.
Después
fuimos a la Plaza
de San Isaac, donde está la
Catedral del mismo nombre con una gran cúpula dorada.
Por
todos estos lugares circula gran cantidad de ómnibus de turistas, es la
temporada de turismo en la ciudad.
Todos
los edificios que se ven son enormes, no hay casas ni terrenos de tamaño
normal.
Volvimos
a parar frente a la Academia
de Bellas Artes y cerca de uno de los veintiún puentes sobre el río Nevá. Allí hay
dos esfinges, una escalinata que llega hasta el río y cientos de turistas.
Nos llevaron a un shopping donde había centenares de matrioshkas, ámbar y chucherías varias, pero no compré nada, no me gusta que me presionen a comprar.
Nuestra
siguiente parada fue en la
Fortaleza de Pedro y Pablo, donde hay otra catedral con las
tumbas de los zares, la casa de la moneda, y un edificio que fue prisión,
todo alrededor de una enorme plaza seca.
En la catedral están las tumbas del
último zar y toda su familia, que fueron fusilados por los bolcheviques en
1918.
Después
de un rato (después de semejante desayuno había algunos del grupo que
pretendían almorzar) fuimos 25 km al sur a la ciudad satélite de Pushkin a visitar
el Palacio de Catalina. Muchos autos en la ruta, así que tardamos bastante en
llegar. Era el palacio de verano de los zares, y tiene 300 metros de frente,
absolutamente desmesurado.
Centenares de ventanas con doble vidrio. Recorrimos
los salones de un lujo impresionante y la sala de ámbar. Viendo este palacio
(la sala del trono solita tiene 1000 metros cuadrados) y cómo vivian los zares,
uno empieza a entender el porqué de lo que vino después.
Estas son estufas, hechas de mosaico:
Nos tuvimos que poner unos escarpines para pisar los pisos:
Había muchísima gente:
Volvimos
al hotel por una autopista con postes de luz curvos muy originales.
Tomamos un
café y volvimos a salir al centro en el ómnibus del hotel, que hace un
recorrido circular varias veces por día, aprovechando que todavía era pleno
día. Nos dejó en la Catedral Kazansky.
Caminamos por la Av. Nevski y
entramos a un bar a comer algo (cómo habremos desayunado que sólo tuvimos
hambre después de varias horas). Comí panqueques de pollo con crema exquisitos.
En la misma Catedral Kazansky tomamos el último ómnibus de vuelta al hotel.
Antes de subir compré cerezas en un puesto callejero (pagué 50 rublos por 300
gramos, o sea 1,25 euros). Deliciosas.
Para
tener Internet hay que bajar al lobby. A las 11,45 todavía era de día.
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