Martes 16/7/2013. Nos levantamos temprano, desayunamos y nos fuimos al
centro en el ómnibus del hotel que salía a la 8. Queríamos tomar el metro, y de
ser posible la línea roja, que fue la primera de la ciudad y que tiene las
mejores estaciones. Le pregunté a la que vendía los tickets si entendía inglés
y me dijo “ruski”, sólo hablaba y entendía ruso. El boleto cuesta 28 rublos, o
sea casi un dólar. Por suerte los nombres de las estaciones no sólo están en
caracteres cirílicos, sino también en latinos, aunque son impronunciables. La
escalera mecánica que bajaba hacia la estación era interminable, es el metro
más profundo del mundo.
No encontramos la línea roja, así que tomamos la azul, que se cruza
con la roja y llegamos. Vimos varias estaciones, que en realidad no eran tan
espectaculares como yo esperaba, aunque tienen arañas con luces.
Al salir caminamos por la Av.
Nevski porque queríamos tomar un barco y recorrer los
canales.
Hay muchísimos barcos, que son lanchas de paseo con sillas, que van y
vuelven por los canales.
Encontramos uno que estaba por salir y subimos.
Cruzó muchísimos
puentes, algunos altos y otros de 2,50 metros, hasta que salió al río Nevá, que
es muy ancho y caudaloso. Desde allí se veía el Palacio del Hermitage, que está
sobre el malecón, y la
Fortaleza de Pedro y Pablo, donde estuvimos ayer, los enormes
edificios y las cúpulas de cebolla de las iglesias ortodoxas.
Después tomó un
canal y volvió al punto de partida, cerca de la
Av. Nevski. Hasta allí había sol.
A la 2 de la tarde teníamos que encontrarnos con nuestro grupo para ir
al Museo del Hermitage. Empezó a llover torrencialmente. Entramos a un bar a
tomar un café y esperamos hasta que paró.
Nos subimos al ómnibus que nos llevó al Museo del Hermitage, muy cerca
de allí. Centenares de ómnibus estacionados en la enorme plaza a la cual da la
parte de atrás del Museo y miles de personas adentro.
Recorrimos una pequeña parte porque es inmensamente grande. Salas y
salas con obras de arte, cielorrasos pintados y desmesura por todas partes. Es
uno de los museos más grandes del mundo, ya que los zares instruían a sus
diplomáticos para que compren todas las obras de arte y antigüedades que se
vendían en Europa.
Desde las ventanas del Hermitage se ve el río Nevá:
Desde las ventanas del Hermitage se ve el río Nevá:
Son seis edificios comunicados entre sí, y uno de ellos es el Palacio
de Invierno, que era la residencia oficial de los zares.
Esta es una réplica de una galería del Vaticano que Catalina la Grande hizo copiar a sus artistas:
Esta es una réplica de una galería del Vaticano que Catalina la Grande hizo copiar a sus artistas:
Fue tremendamente cansador subir y bajar escaleras y moverse allí
adentro entre tanta gente, y eso que fueron menos de tres horas.
Al salir volvimos a la Av. Nevski ,
comimos algo para descansar y después busqué donde comprar un mouse que
inexplicablemente me olvidé en casa. Pregunté pero la mayoría de la gente sólo
habla y entiende ruso. Finalmente ví por casualidad un negocio que vendía
celulares y pude comprar el mouse.
Teníamos la planilla de los horarios del ómnibus del hotel y debía
pasar por la Catedral Kazansky
a las 7, pero lo esperamos hasta las 7,10 y nunca llegó. Por suerte con mi
manía de anotar todo había escuchado y anotado que había un bus K212 que venía
desde el centro hasta dos cuadras del hotel, lo encontramos y lo tomamos. El
boleto cuesta 35 rublos, o sea 1,20 dólares.
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