martes, 30 de julio de 2013

VIAJE A RUSIA Y EUROPA CENTRAL - VIENA, BRATISLAVA, VIENA

Domingo 28/7/2013. Decidí irme a Bratislava en ómnibus y volver en barco. No llegaba a tomar el barco de las 9 y el siguiente salía 12,30.
Este perro esperaba el metro en el andén como yo:



Subí en Stephansplatz, me bajé en Erdberg y fui a comprar el ticket. El ómnibus estaba en la puerta con el motor encendido. La chica de la taquilla me dijo que le fuera a avisar que me esperara. Fui y le avisé, me debe haber entendido porque me esperó hasta que volví con mi boleto, y ahí arrancó.
Tardó una hora en llegar a Bratislava, y pasó por el aeropuerto de Viena, donde subió gente.
En el camino se ven algunas sierras, sembrados y molinos de viento.


Cuando llegó, seguí a la gente y ahí nomás estaba la ciudad. En la plaza principal tomé un trencito eléctrico que dio una vuelta por las callecitas angostas, la única puerta que quedó de la muralla, y los palacios e iglesias. Es muy chiquito el centro histórico y había muchos turistas.









Este monumento y el dibujo de la pared recuerdan la sinagoga que estaba allí y que fue destruida durante la guerra:



Esto es lo único que queda de la muralla que tenía la ciudad en la edad media:



Esta es la Puerta de San Miguel, la única que sobrevive de las cuatro que había:



Cuando terminó la vuelta caminé por la ciudad. Ví varias estatuas en las calles. 









Sólo compré agua, una gaseosa y un helado, y valían mucho menos que en Viena. El clima en Bratislava era menos agobiante, había brisa.
Pregunté para qué lado estaba el Danubio y caminé hacia allá. 





Me compré el ticket y a las 14,30 salió, navegando por el Danubio volví a Viena. Decían que la cabina tenía aire acondicionado, pero estos países no tienen cultura de clima tropical, lo que había era circulación de aire caliente y el ambiente era insoportable, no se podía respirar. En un momento salí a la cubierta y no había diferencia. No era sólo yo que lo sentía, la gente se abanicaba.


Estaban dragando el Danubio:




Cuando bajé en el puerto enseguida me ubiqué cómo llegar a Stephansplatz. Comí pizza en un puesto de la calle. La porción era gigante, no la pude terminar. Era muy rica, casi todo queso, la masa era muy finita.



Más tarde volví a salir, y me compré un helado de manzana y una gaseosa. En Stephansplatz había árabes con banderas reclamando libertad:


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