Martes 4/10/2011. Me levanté a las 7,30, desayuné (hoy no había panqueques) y a las 9 de la mañana estaba en la parada del bus turístico. El boleto sirve para 24 horas y pensé que iba a tener que comprar otro porque lo había comprado ayer a las 9 de la mañana, pero me dijeron que servía aún. Otra vez única pasajera del bus.
Me bajé en la parada de Boquetillo a las 9,45, y ahí estaba esperando Kennedy, un mulato guía de turismo que me llevó caminando por el casco histórico. Me mostró la casa de García Marquez, subimos y caminamos por la muralla, pasamos por el Barrio de San Diego, plazas, iglesias, la catedral. Kennedy hace este recorrido todos los días –si es que hay gente en el bus- a la mañana y a la tarde, así que todo el mundo lo conoce y saluda gente todo el tiempo. Hicimos un alto en un local donde me querían vender esmeraldas. Son hermosísimas, pero no tengo la menor intención de comprar piedras preciosas.
Frente a la iglesia de San Pedro Claver hay un puesto de información turistica y allí, por fin, averigüé lo que estaba queriendo saber desde que llegué a Cartagena, donde conseguir el tour que se llama La Cartagena de García Marquez. Me dijeron que es un audio tour, y que lo venden en la Iglesia de Santo Domingo.
Terminamos el walking tour con Kennedy en la Torre del Reloj y me fui a Santo Domingo. Me dijeron que tengo que dejar mi documento y me entregan el aparato con auriculares y un mapa, y yo recorro todos los lugares con las indicaciones. Vale 65000 (un poco más de 30 dolares), pero si lo compro el día anterior sale 38000 (¿??). No tenía intenciones de hacerlo hoy sino mañana, porque ya eran las 12, no tenía conmigo mi pasaporte y el clima se estaba poniendo demasiado insoportable, así que lo compré para mañana a las 9 de la mañana.
Me volví al hotel, en el camino comí papaya en una versión un poco más refinada: en un vaso descartable y con un tenedor idem, y dentro del vaso los pedazos de papaya. En la puerta del hotel me compré mango.
Como mi amiga de Cipolletti se volvió hoy a BA, pregunté en la recepción si me podían cambiar a su habitación, que está en este mismo piso pero da al frente y a la torre del reloj. Me dijeron que sí, y que esta tarde me cambian.
Mientras tanto me fui al Museo de Arte Moderno y al de la Inquisición, pero en éste último aclaré que me interesaba la historia de la ciudad y la arquitectura del edificio y no ver instrumentos de tortura. Igual miré las preguntas que les hacían los inquisidores a las sospechadas de brujas, que eran sumamente graciosas, del tipo: ¨Quien le enseñó a volar?¨.
Cuando salí del Museo de la Inquisición ya era de noche, volví al hotel, me cambié a la habitación que da al frente y más tarde subi a la terraza a tomar algo, porque no tenía hambre pero sí mucha sed.
Esta es la terraza del Hotel Monterrey:
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