Jueves 29/9/2011. Me desperté a las 3 y media de la mañana (había caido dormida a las 7,30). Pero recién me di cuenta que era esa hora después de bañarme y vestirme, había mirado mi reloj, que seguía con la hora de BA, así que me dormí otra vez hasta las 6,30, hora de desayunar.
El desayuno no es espectacular pero había panqueques. Frutas, sólo papaya, sandía y piña. La piña muy blanda y dulce, exquisita.
A las 7 de la mañana hacía calor ya pero no tan insoportable. Y por la calle había hombres con traje!!
A las 8 empezó el city tour. Eramos unas 10 o 12 personas, todos latinoamericanos. Primero fuimos al casco antiguo, donde está la casa de gobierno y los ministerios. Muy poca gente y muchos edificios en restauración. Lo más lindo que ví es el Palacio Bolívar, actualmente sede de la cancillería panameña.
Este era un colegio y lo están restaurando. Al fondo se ve Punta Paitilla, donde está mi hotel:
De vuelta en el bus (que por supuesto tiene aire acondicionado), fuimos para la zona del canal, que está muy cerca de la ciudad. El guía contó la historia –que yo ya había leído- de cómo Lesseps y su equipo, que habían construido el canal de Suez, negoció con Panamá para hacer aquí algo parecido. Pero se encontró con que la parte más angosta entre los océanos, de 50 km, era selva impenetrable y lo sigue siendo actualmente, y por eso lo planeó más al norte, donde hay 80 km de un océano al otro. Durante 20 años luchó contra la piedra de los Andes y las enfermedades tropicales que mataron 22000 personas entre los que construían el canal. Finalmente, los Estados Unidos les compraron los derechos en 40 millones de dolares y lo terminaron. El canal es muy buen negocio, los barcos pagan en efectivo y por adelantado un promedio de 100.000 dolares para pasar, y la travesía dura más o menos 10 horas. El Presidente Torrijos hizo un nuevo acuerdo con USA y los panameños recuperaron el canal y la zona aledaña recién en 1999. Durante la época que estuvo en poder de USA los panameños no tenían acceso a la zona, salvo que trabajaran allí.
Paramos en el centro de visitantes y vimos dos barcos pasando las exclusas de Miraflores: un crucero de la línea Celebrity yendo del Pacífico al Atlántico y un carguero de bandera panameña haciendo el camino inverso. El proceso es lento, el capitán debe cederle el control del barco al práctico del canal, y cuatro locomotoras lo guían por el paso, que es muy angosto. Una vez que cierran las exclusas del lado del Pacífico hay que esperar que suba el nivel del agua, que viene de los lagos, y del Atlántico, que baje el nivel. Los océanos están al mismo nivel, pero el canal está construido en la cordillera, y es más alto. Los barcos suben y bajan al nivel de las montañas.
Está en plena ejecución la ampliación del canal para que puedan pasar barcos más grandes. La entrada al centro de visitantes cuesta 8 dólares, pero los hombres de más de 62 y las mujeres de más de 55 pagan la mitad. Ser viejo tiene sus ventajas! Me consolé ahorrando 4 dolares (tenía mi pasaporte conmigo, porque hay que demostrar la edad).
Volvimos a cruzar la calzada de Amador hacia la ciudad.
Finalmente nos dejaron en el Albrook Mall, que es el más grande de la ciudad. Algunos negocios estaban cerrados, pero no todos como me dijeron ayer. Tiene 7 entradas, cada una identificada con un animal. Dí una vuelta por allí y en el patio de comidas había un KFC, y vendían popcorn de pollo, que nunca más había encontrado desde Ciudad del Cabo. Salí de allí y me volví al hotel en taxi. Eran las 2 de la tarde y el clima a esa hora era inhumano. Me quedé en el cuarto leyendo con aire acondicionado y mirando la bahía de Panamá. Había nubes negras y más tarde llovió mucho, ésta es la estación de las lluvias y llueve 5.000 mm al año. Después se puso el sol sobre la bahía.
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