Martes 27/1/2015. Hoy
también desayuné en el hotel café, tostadas y papaya. Ya no me molestan las
picaduras, pero tengo un ojo negro, y no por haberme peleado con alguien, sino
que el domingo a la noche me di un golpe en la ceja izquierda contra el
respaldo de madera de la cama cuando apagué la luz.
A las 10 pedí que me
llamaran un taxi para ir a la
Terminal de ADO. El taxista paró un momento para que yo le
sacara una foto al árbol que llaman “lluvia de oro”, y que es precioso.
En Oaxaca todos los taxis
son amarillos.
Salió puntual a las 11 y
a las 4 de la tarde llegó a Puebla. Parte del camino fue por autopista y parte
por carretera, no era camino de montaña, las montañas se veían a lo lejos.
Compré mi pasaje para
viajar a Guadalajara el jueves 29 y tomé un taxi para venir a mi hotel, que
está justo frente al Zócalo.
Dejé mis cosas y salí a
caminar por los alrededores. Muchísima gente por todos lados. Frente al hotel,
Zócalo de por medio, está la monstruosa catedral, que tiene una cuadra de
largo. En las calles laterales están los portales. Hay muy bonitos edificios.
Desde el desayuno sólo
había comido un sándwich que me compré para el viaje, así que elegí una de las
decenas de terrazas sobre el Zócalo y comí lasagna mexicana. Picante pero muy
rica.
Cuando se empezó a hacer
de noche volví al hotel. Mi habitación tiene un balcón que da al Zócalo y así
se ve la ciudad:
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