Lunes 19/1/2015. Me
levanté, me duché y se inundó mi cuarto! Bajé y avisé y me fui a tomar un café
al bar de la esquina, con un pastel de banana y nuez tibio, exquisito.
A las 8 me vinieron a
buscar para ir al sitio arqueológico, que está a 10 km del pueblo.
Llegamos allí y
contratamos un guía entre todos los que íbamos en la combi. Explicó que sólo el
5% del sitio puede visitarse, porque el 95% restante está bajo la selva.
Era un día muy nublado y
no hacía calor. Lo primero que vimos fue el Templo de las Inscripciones, que es
la tumba del rey Pakal, cuya réplica vi en el Museo de Antropología del Deefe.
La tumba pesa varias
toneladas y el templo fue construido sobre ella.
Vimos también el Templo
de la Calavera
y la casa de la Reina Roja ,
madre de Pakal, y quien le transfirió el poder.
Luego fuimos al Palacio y
hubo que subir y bajar horribles escaleras.
Después de ver el Templo
del Sol terminó el recorrido con el guía y nos indicó el sendero por el cual
debíamos salir.
Pero el sendero de salida
no era sencillo. Pasé por el juego de pelota, por un puente colgante y por una
cascada, y tuve que bajar muchas pero muchas escaleras. Evidentemente el sitio
arqueológico está mucho más elevado.
A las 12 llegó la combi, volvimos al pueblo
y fuimos hacia el lado contrario, a la cascada de Misol-ha, un Iguazú en
miniatura.
Estuvimos allí 45 minutos
y nos fuimos a la Cascada
de Agua Azul, que insumió casi una hora de viaje por camino de montaña. Allí
comí algo, porque no comía desde el pastel de banana y nuez, y después vi las
cascadas, que son varias y más bajas que Misol-ha.
Le compré a una chiquita
bananas diminutas, que en Ecuador llaman “oritos” y aquí “dominicos”.
Mientras esperaba que se
hicieran las cinco, hora del regreso, se me ocurrió mirar el teléfono, y me
enteré por twitter de la muerte del fiscal Nisman. No lo podía creer, nunca un
enero tranquilo en Argentina.
Llegué al hotel a las 19
horas muy cansada.
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