viernes, 30 de enero de 2015

VIAJE A MEXICO - GUADALAJARA Y TLAQUEPAQUE

Viernes 30/1/2015. Desayuné en el hotel café, tostadas y papaya a las 8. Mi hotel es una antigua casa mexicana, toda pintada de amarillo, con varios patios, arcos de medio punto y muchas plantas. En Mérida y en Oaxaca estuve en hoteles similares a éste.








Salí a caminar con mi mapa y llegué a la Plaza de la Liberación. De un lado de la plaza está el Teatro Degollado y del otro, la Catedral.




Caminando por el Centro Histórico encontré muchas plazas.





Busqué el bus turístico, pero encontré un trencito. Era muy temprano, más tarde vi el Turibus.


Solamente éramos tres pasajeros, un hombre con su nieto y yo. Recorrimos la ciudad, la avenida donde están los palacetes estilo francés de la época de Porfirio Diaz y vimos varios monumentos.







Guadalajara es la segunda ciudad de México y no se parece a las que vi últimamente, es una ciudad moderna, aunque tiene edificios antiguos.
Cuando terminó la vuelta volvimos al mismo lugar frente a la Catedral y pregunté por la excursión a Tlaquepaque. Este era un pueblo cercano que más tarde, al crecer la ciudad, quedó dentro de Guadalajara. Contraté la excursión que incluía Tlaquepaque y la visita a una destilería de tequila, y que salía a las 14 horas.
Mientras tanto, fui al Teatro Degollado, y averigüé que su nombre se debe al Gral Degollado, que fue gobernador de Jalisco, estado al cual pertenece Guadalajara. Es un teatro de ópera muy suntuoso, y todavía estaba en el escenario la Sinfónica de Guadalajara, que terminaba de ensayar.





Comí hot cakes con papaya y fresa, era tan grande que no pude terminarlo.


En la Plaza de la Liberación hay un stand de información turística. Pregunté por los horarios de los autobuses a Guanajuato y me dijeron que allí cerca, en la estación de “tren ligero” (que es el metro) había un local de Primera Plus, que es la compañía que va allí, así que fui y lo compré.
A las 14 salimos en el mismo tranvía hacia Tlaquepaque. Sólo éramos dos: un biólogo mexicano profesor de la Universidad de Quintana Roo y yo. El profesor había venido con su esposa a Guadalajara para que ella haga un tratamiento médico, y él se fue a pasear.
Primero fuimos a la destilería. Una chica nos explicó que el agave azul, con el cual se fabrica el tequila, es una variedad de maguey, y que a los ocho años la planta está madura. Con un machete le cortan las hojas y queda la piña de agave, que se cocina durante doce horas. Nos dio a probar esa piña ya cocida, es como un caramelo muy dulce.



A esas piñas se les extrae el líquido y se fermenta dos veces para obtener el tequila.
Toda la planta se aprovecha, con la fibra seca se hacen tejidos y las hojas se usan como fertilizante.
Después nos ofrecieron probar. El profesor probó todos los que le dieron y se compró varias botellas, yo sólo probé el que según la chica era el más suave y me pareció fuertísimo.
De allí nos llevaron a Tlaquepaque, muy cuidado y pintoresco. 




Muchas esculturas en las calles, muchos vendedores de artesanías y restaurantes.







Busqué esta iglesia, de la cual había una foto en mi guía y era amarilla, pero ahora es rosada y blanca.


De Tlaquepaque volvimos a la plaza frente a la Catedral.
En la Avenida Juarez había muchos chicos jóvenes con remeras rojas y banderas, México está en campaña política para elegir gobernadores y legisladores.



En un bar de la Avenida Juarez comí un “lonche” de pierna (de cerdo) y salame. Supongo que “lonche” es una deformación del inglés “lunch”. Es un sándwich de pan francés muy crocante y tibio. Le saqué el tomate (que en México llaman jitomate) y el chile, igual era picante pero delicioso.



Le dediqué un solo día a Guadalajara pero vi todo lo que tenía planeado, fue agotador.

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