Lunes 12/1/2015. Me
levanté temprano, fui a desayunar a la esquina, pagué mi cuenta y a las 9 tomé
un taxi para ir al aeropuerto.
Allí encontré esta hermosa escultura:
El avión salió a horario y en una hora y media
llegó a Mérida.
Pregunté en informes
cuanto salia un taxi al centro y no sabían. Entonces decidi tomar el ómnibus, y
fui caminando hacia la avenida. Hacía mucho calor.
Cuando estaba llegando a
la parada un taxista me ofreció llevarme, me dijo que eran alrededor de $ 100.
Tenía reloj y salió $ 120, pero me dejó en la puerta del hotel, y además me
hizo de guía, me mostró dónde estaba la plaza y el mercado.
El Hotel Dolores Alba
Mérida es un palacete enorme con patio central techado, le falta algo de
mantenimiento pero tiene encanto. Ya contraté la excursión para ir mañana a
Chichen Itza.
Dejé mis cosas, me vestí
de verano y salí a caminar. Hay mucha gente por todos lados, bastante suciedad
y muchos negocios que venden de todo.
Yo buscaba un lugar con
aire acondicionado para comer algo, pero no lo encontré. Me senté en un bar
dentro de una galería antigua y comí pizza. Caminando por la plaza ví el bus
turIstico y me subí.
La vuelta duró una hora,
pero evidentemente la ciudad no tiene mucho para mostrar, más allá de los
palacetes estilo francés construidos en
la época de oro de la ciudad, por la explotación del henequén (hilo sisal). El
negocio se terminó cuando aparecieron las fibras sintéticas.
Cuando estaba arriba del
ómnibus empezó a lloviznar, pero enseguida paró.
Volví al hotel a
descansar, y más tarde salí a comprar repelente para mañana y comí un sándwich
abajo. Ya había bajado la temperatura y estaba bastante agradable, pero húmedo.
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