Sábado 10/1/2015. A las 9
de la mañana vino a buscarme al hotel mi amiga mexicana Mary Landy, que conocí
hace varios años en Bariloche. Caminamos unas cuadras y tomamos un trollebus
que nos dejó en la Central Camionera
del Norte. Allí tomamos un ómnibus que nos llevó a Pachuca, a 45 km del Deefe.
Es una ciudad minera muy bonita, con un reloj en la plaza principal y una
iglesia muy alegre.
Tiene un trencito turístico que nos llevó a dar una vuelta por la ciudad y subió hasta el Cristo, en lo alto de un cerro.
Comimos pastes, que son empanadas con una masa de hojaldre muy suave. La mía era de queso y salchicha, deliciosa.
Cuando terminó la vuelta en el trencito tomamos una combi (los mexicanos las llaman “pecera”) que nos llevó a Real del Monte, otro pueblo minero cercano.
Comí enchiladas mineras y Mary Landy, enchiladas suizas.
Tiene un trencito turístico que nos llevó a dar una vuelta por la ciudad y subió hasta el Cristo, en lo alto de un cerro.
Comimos pastes, que son empanadas con una masa de hojaldre muy suave. La mía era de queso y salchicha, deliciosa.
Cuando terminó la vuelta en el trencito tomamos una combi (los mexicanos las llaman “pecera”) que nos llevó a Real del Monte, otro pueblo minero cercano.
Cuando salimos del restaurante hacía mucho frío, pero Mary Landy había traido un gorro para prestarme.
En Real del Monte había otro trencito turístico que también tomamos, y que nos llevó a dar una vuelta por la ciudad y las minas de plata, ya inactivas.
Volvimos en la “pecera” a Pachuca y en otra “pecera” a la teminal de ómnibus. Esta combi iba muy llena, con gente parada incluso, y empezó a llover, y al rato a caer granizo. Ya era de noche y era impresionante el ruido de las piedras.
En la Terminal tomamos el
ómnibus de vuelta al Deefe. Cuando uno sube a un ómnibus en México le revisan
el equipaje de mano, le pasan el detector de metales por el cuerpo y le sacan
fotos.
Cuando bajamos en
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