Viernes 16/1/2015.
Desayuné en el hotel, pero no había frutas. A las 8 me vinieron a buscar para
ir a Edzná. Llovía y debió llover mucho durante la noche, porque había calles
inundadas. Pasamos por otro hotel a buscar a Carolina, una economista mexicana
del Deefe que iba conmigo.
Edzná está a 45 km de
Campeche. Llegamos allá y en la puerta estaba Tito, que en la agencia nos
habían recomendado que contratemos como guía.
Tito es descendiente de
mayas y conoce muy bien el lugar. Nos explicó cosas que solas no hubiéramos
descubierto.
Estos bloques son de escritura maya, sílabas grabadas en las piedras_
Una construcción de piedra convexa para juntar agua de lluvia. En la zona no hay ríos y sólo dependían de la lluvia para tomar y para la agricultura. Alguna señal de sus dioses les indicó que se establecieran allí de todos modos:
El infaltable juego de pelota:
Esta es la construcción más espectacular de la ciudad, llamado el Palacio de los Cinco Pisos:
Me había ido bien
preparada contra los mosquitos y me puse varias veces repelente durante las dos
horas que recorrimos las ruinas. Sentí varias veces volar cerca los insectos
pero ninguno me picó.
Tito nos dijo que
tuviéramos cuidado en no pisar los hormigueros, porque las hormigas nos iban a
subir por las piernas. Me dio tal terror que a partir de ese momento sólo pisé
donde pisaba Tito.
Durante la recorrida
lloviznó y después salió el sol, pero no hizo mucho calor.
Al volver bajé en mi hotel, me vestí más liviano y volví a salir.
Busqué el Museo de la Cultura Maya , pero según me
informaron se mudó a un edificio en las afueras, así que fui a la
Casa No 6, frente a la plaza, que es un
edificio del siglo XVIII donde hay muebles de
la época.
En un restaurante de la
calle 59 comí pollo con mostaza y miel y tomé licuado de papaya.
Después me fui a caminar
por el malecón.
Caminando de vuelta hacia el hotel descubrí nuevas esculturas en las calles:
Descansé
un rato, y volví a salir a las 7 de la tarde para comer algo. Estaba fresco.
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