Miércoles 27/7/2011. Desayuné
panqueques, salados y dulces, excelentes. Hacía un calor agradable. A las 8,30
salimos a hacer la visita guiada por la ciudad con una guía local. No es tan
linda como Tallin o Riga, no hay tantos edificios vistosos y son puras
iglesias.
De tanto entrar en iglesias
ya he purgado todos mis pecados y tengo crédito para el futuro.
Esta no es una iglesia,
sino un edificio que me gustó:
Esta es la catedral de
Vilnius, con el campanario separado:
Pasamos por el río Neris,
que atraviesa la ciudad, y entramos en la catedral y en la iglesia de San Pedro y San Pablo.
En la plaza frente a la
catedral hay una baldosa en la cual se lee ¨stebukla¨, que significa ¨milagro¨.
Marca el punto donde
finalizaba la cadena humana que formaron dos millones de personas desde Tallin
hasta Vilnius en 1989 para protestar contra la ocupación soviética. Sobre esa
baldosa hay que dar una vuelta y pedir un deseo. Fue pedido.
La más original de las
iglesias que vimos fue la de San Casimiro, con una corona en la cúpula. Luego
vimos el frente pero desde allí no es visible la cúpula.
En algún momento de la
caminata estuvo por llover. Cambió el clima, afortunadamente.
La bandera de Lituania es
amarilla, verde y roja: sol, naturaleza y sangre.
A las 11 horas terminó la
visita y nos fuimos en bus al castillo de Trakai, a 30 km de Vilnius.
Otro castillo reconstruido
en ladrillo para turistas. En ese lugar, en el castillo original, comenzó el
Gran Ducado de Lituania, que excedía en mucho los límites actuales del país.
Está sobre una isla en medio de un lago y se accede por un puente de madera.
Había mucha gente.
De vuelta en Vilnius, nos
bajamos frente a la catedral y caminamos un poco. Me compré una remera, porque
en realidad yo no pensé que iba a haber tantos días de calor y traje más ropa
de media estación que de verano.
Comí panqueques rellenos de
jamón y queso gratinados que estaban exquisitos y tomé cerveza lituana. Después
volvimos al hotel a descansar y tomé un café en el bar.
Cenamos ravioles en la
peatonal. 
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