martes, 21 de agosto de 2012

VIAJE A ENTRE RIOS, ARGENTINA


Viernes 20/5/2011. Salí de casa a las 6 de la mañana, porque el bus salía a las 7 de Retiro. Fueron un poco más de cuatro horas de viaje. La ruta 14 ahora es casi toda autovía. Llegamos a Concepción del Uruguay y nos estaba esperando una combi que nos llevó al Complejo Termal. Está en las afueras de la ciudad, y es como un barrio cerrado con dos calles con casitas, piletas descubiertas, una gran carpa blanca y adentro más piletas, y un restaurante con vista a la laguna, con puentecitos.



Eramos siete mujeres: Sandra, Silvia, Zoraida, Hilda, Margot, Stella y yo.
Nos acomodamos en la cabaña, que era una casita con dos dormitorios, baño, cocina, living y entrada de auto con parrilla. Me tocó con Sandra y Silvia, que son primas. Ellas se quedaron en el dormitorio con dos camas y yo en el otro, que tenía una cama matrimonial.
Como ya eran más de la una fuimos a comer al restaurante. Con mis compañeras de cabaña pedimos una picada que estaba riquísima. Era un día de pleno verano. Después algunas se fueron a las piletas, pero yo todavía no me decidía. Dormí un rato, me había levantado muy temprano, hasta que se hizo la hora de cenar. Comimos en el restaurante del complejo.

Sábado 21/5/2011. A las 9 de la mañana nos venían a buscar para hacer el city tour. Pero el horario de desayuno era de 8,30 a 10,30. Había sólo media hora para desayunar y a las 8,30 no estaba listo. El desayuno consistía en café, te, yogur y jugos, tostadas, medialunas saladas, manteca, dulce de leche, queso blanco y mermelada. Nos llevaron al centro de la ciudad y pasamos por el Gran Hotel, donde me alojé tantas veces cuando iba a dar clases a la universidad, hace 1000 años. Allí subieron otras personas.


Concepción del Uruguay es una ciudad de frontera fundada el 25 de junio de  1783 por un nicaragüense de apellido Rocamora, que había ido a España a estudiar, se unió al ejército español, y fue enviado al Virreinato del Río de la Plata a fundar ciudades. La llamó Villa de la Inmaculada Concepción del Uruguay. La patrona de la ciudad es la Virgen de la Concepción. Rocamora fundó también en ese año 1783 Gualeguay y Gualeguaychú, que en guaraní significa ¨río de aguas mansas¨.
Por ser ciudad de frontera, Concepción del Uruguay tiene una base militar, y su actividad económica principal es la avicultura. Tiene 84000 habitantes, cuatro universidades y ocho monumentos históricos nacionales.
Pasamos por la Plaza Constitución, que recuerda la primera Constitución argentina de 1853 y que los lugareños llaman plaza de la Columna, y por el puerto, que es el único de ultramar en la provincia de Entre Ríos. De aquí salen barcos que llevan soja, arroz, maíz y trigo a los países asiáticos. El puerto requiere dragado permanente para que puedan entrar los buques.




En Concepción del Uruguay hay tres zonas altas: el cementerio, la plaza principal y el puerto. En la plaza hay una torre en homenaje a Francisco Ramirez, el supremo entrerriano.


Frente a la plaza el Colegio Nacional y la Basílica, ambos cerrados por reparaciones, ya que fueron incluidos en un proyecto de restauración vinculado al bicentenario. El Presidente Frondizi vivió en esta ciudad y fue al Colegio Nacional.




Cuando terminó la visita a la ciudad comimos muy rico en el Danubio, un restaurant sencillo que está frente a la plaza, y después nos vinieron a buscar para ir al Palacio San José, que era la residencia de Urquiza y el lugar donde lo mataron, y que está muy mejorado desde la última vez que lo visité. En el Palacio San José se juró la reforma constitucional el 24/8/1994.
Urquiza era un comerciante de la zona, hijo de un terrateniente. Fue legislador y después diputado, a los 25 años. Tenía gran cantidad de empresas y este palacio impresionante en el medio del campo. Fue el primer presidente después de la Constitución de 1853, pero la provincia de Buenos Aires en ese momento estaba escindida.
Al entrar está ambientada una pulpería con este muñeco que da un poco de miedo.


La capilla es muy bonita.


Tiene un cielorraso muy vistoso y palcos con un trabajo de madera en las escaleras.





Los naranjos en el patio están cargados de fruta.




Recorrimos las habitaciones, incluso la de la tragedia (el asesinato de Urquiza). Todos tienen cielorrasos de madera pintada.


Después fuimos a los jardines.


Esta es una fuente en el jardín sin agua con una escalera interior.


Y por último nos subimos las siete a un carro y paseamos por los jardines. Pobre caballo.


Volvimos al complejo y cenamos allí. Esta era la vista desde la ventana del restaurante:


Y ésta era mi cabaña:


Domingo 22/5/2011. Después de desayunar nos enteramos de que se suspendía la navegación por el río Uruguay porque no había buen clima. Durante el día llovió. Después del desayuno Zoraida y Sandra fueron a comprar carne y Sandra hizo un asado espectacular. Unos chorizos deliciosos, matambre que primero cocinó del lado de la grasa y después dio vuelta, poniéndole por encima salsa criolla, y asado de tira. También hicieron ensaladas.


Para que vinieran a limpiar las cabañas y cambiaran las toallas había que llamar a la administración. Ese día no llamamos, y Silvia, mi otra compañera de cabaña, limpió el piso. Me tocaron dos compañeras muy hacendosas.
Por primera vez fui a la pileta, no me entusiasma mucho el agua pero era agradable. Por supuesto a una de las piletas dentro de la carpa y a la de 36 grados de temperatura.
A la noche cenamos en el restaurante del complejo, y comí de postre una impresionante ensalada de frutas.


Lunes 23/5/2011.  Desayunamos y a las 10 de la mañana nos vinieron a buscar para ir a navegar por el río. Había sol pero hacía frío, y usé mi gorro lisboeta.


El barquito que llamaban tracker era una lancha bastante precaria, pero no se metió en el río Uruguay sino en los brazos, ya que frente al puerto hay varias islas. Dimos una vuelta y vimos el puerto, la isla Camacuá con playa de arena muy blanca, el faro con la Stella Maris y lo que era el Saladero Santa Cándida de Urquiza, que ahora está deshabitado.




Volvimos al puerto después de una hora y media de navegación, y nos recomendaron comer en un restaurant ubicado en un faro a dos kilómetros.



En el puerto la guía habló con un hombre que vendía miel (todas querían comprar) y quedó en llevarla al restaurante. Caminamos por la zona portuaria hasta que llegamos, pero estaba cerrado.


En la puerta estaba el que vendía miel esperándonos, le compraron todos los frascos que tenía y nos llevó al centro a comer otra vez al Danubio, frente a la plaza, donde habíamos comido muy rico. Al salir nos fue a buscar la combi. Había dos hombres trabajando en la cúpula de la basílica.


Volvimos al Complejo y decidí ir a la pileta. Descubrí que ahí cerca hay vestuarios donde uno puede ducharse y volver vestido, porque había unas tres cuadras desde la cabaña hasta las piletas y no estaba el clima para caminar con la malla mojada, la bata y ojotas. Estuve bastante tiempo en la de 36 grados, y después en la de 37 grados, después me duché, me vestí y volví abrigada. Cenamos en el restaurante del complejo. Por ser la última noche nos convidaron champagne.


Comimos de postre una tarantella espectacular, una base tibia de manzanas con helado.


Martes 24/5/2011. El día amaneció muy nublado y frío. Después de desayunar volví a la cabaña, no tenía muchas ganas de ir a la pileta. Stella, que es una catamarqueña muy graciosa, me preguntó si quería ir con ella a un kiosco de artesanías que había a mitad de camino entre las cabañas y las piletas. Apenas lloviznaba cuando salimos. Ella compró licor y mermelada, pero empezó a llover muy fuerte. Estuvimos como una hora esperando que parara, y finalmente decidimos correr hasta el restaurante. El hombre del negocio nos dió unas bolsas de plástico, que yo usé como capa, pero Stella se hizo un sombrero para no mojarse el pelo.


En el restaurante había calefacción y nos secamos. Después de almorzar seguía lloviendo, aunque un poco menos, y nos hicimos capas con bolsas de consorcio que nos dieron allí para volver a las cabañas.
A las 4 de la tarde nos vinieron a buscar para llevarnos a la estación de buses y llovía torrencialmente. El bus salió 5,10 y seguía lloviendo, y llovió todo el viaje. En Buenos Aires también llovía. Llegamos a las 9,30 de la noche, me tomé un taxi en Retiro y en 20 minutos estaba en casa. 




VIAJE A ESPAÑA Y PORTUGAL - ULTIMO DIA EN LISBOA Y VUELTA A BUENOS AIRES


Lunes 31/1/2011. Otro hermoso día frío y con sol, y el último del viaje. A las 11,35 de la noche sale el avión. Fui a TAP, que está aquí cerca en la Plaza del Marqués de Pombal,  y confirmé el vuelo. Como los lunes están cerrados los museos decidimos ir al Jardín Zoológico, que está abierto todos los días. Hacía más frío que ayer.


El zoológico está a cuatro estaciones de metro. A las 11 vimos un show de lobos marinos y delfines. Eramos unos 30 espectadores. La entrenadora hizo caminar al lobo marino por las gradas y besarlos a uno por uno. Axel y yo huimos hacia arriba.





Cuando terminó el show paseamos viendo los animales. Había cisnes negros:


Vimos jirafas chupando las paredes de su casita y otras chupando las ramas secas de los árboles!



Más tarde vimos otro show de pájaros volando de un entrenador a otro. Hacían vuelos rasantes por nuestras cabezas.


Vimos el okapis, que es un animal que yo nunca había visto, de lo más pintoresco, de la familia de las jirafas, descubierto en Africa en el siglo XX:


Había gran cantidad de flamencos de color naranja:


Tampoco recuerdo haber visto antes este curioso animal que se llama bongo:


A las 2,15 tomamos el trencito que nos llevó a pasear por el zoológico. Hay un telesférico pero no funcionaba:


A las 3 salimos y fuimos a comer algo caliente, hacía mucho frío, y volvimos al hotel en el metro.
Cuando a la ida habíamos tomado el metro en la estación del Marqués de Pombal, en una tarima entre las vías que iban a uno y a otro lado, había una estatua de espaldas. Pensé que era el Marqués de Pombal, y nos bajamos en esa estación cuando volvimos para verlo de frente. Pero de este lado también estaba de espaldas!! La misma figura estaba a la salida de la estación, también de espaldas.


Volvimos al hotel y a las 8 nos fuimos para el aeropuerto. El avión salió puntual a las 23,35, pero el viaje fue una tortura. Nos tocaron los asientos al lado del ala, así que había lugar para tener las piernas estiradas. Pero el ruido del motor durante diez horas que duró el viaje fue matador. Además ahí estaba el baño, y cada vez que alguien entraba se prendía la luz. Me dormí 100 veces, y otras 100 me desperté, por el ruido, por la luz o por la turbulencia. Cuando llegamos a San Pablo esperamos siete horas el vuelo a Buenos Aires. Otras tres horas de avión y llegamos. En compensación aquí hay un clima agradable.
Fue un viaje fascinante, pero ya tenía ganas de volver a casa.