Jueves 28-10-2010. A las
6,30 me vino a buscar un remise, la combi salía para Santa Fe a las 7 desde la
casa de Zoraida en Florida. Alec estaba despierto y se sentía muy mal. Devolvió
cuatro o cinco veces antes de que me fuera. Parecía estabilizado. La combi
salió puntual y éramos 16 personas, incluidos Elsa, la guía, y José Luis, el
chofer. En el viaje le envié mensajes a Cristina Agrelo y a Horacio Geller y un
mail a Graciela Bastitta, todos ellos cumplen años hoy.
Paramos en San Nicolás 15
minutos y seguimos hasta Rosario. Las únicas personas que yo conocía de antes
eran Cristina Lopez, Stella, Zoraida y Raúl.
En Rosario nos estaba
esperando una guía local para hacer un city tour. Recorrimos el Parque
Independencia y la ribera del Paraná.
Pasamos por el Arroyo
Ludueña, donde hay una marina con veleros:
Llegamos al Barrio Alberdi,
donde está el puente colgante Rosario Victoria.
Allí bajamos y hay grandes
barrancas, y bajamos hasta la costa en un ascensor con piso de hierro
cuadriculado. Era un poco impresionante mirar hacia abajo. Esos son mis pies.
La guía no era buena, no
terminaba las oraciones y era bastante confusa. Muchos árboles florecidos de
amarillo, que me dijo que eran acacias, y mucho calor.
Este era el ascensor visto
desde abajo. Es gratuito.
Enfrente se ve la ciudad de
Rosario. Esta foto la saqué con zoom.
Volvimos a subir en el
ascensor y recorrimos en la combi los barrios Alem y Pichincha, éste último famoso
por los prostíbulos de principios del siglo XX. La guía contó la historia de
Agata Galifi, hija de un mafioso de Rosario cuya historia tengo que leer.
El barrio Alberdi tiene
grandes barrancas sobre el río y muchísimos árboles.
Llegamos al Monumento a la Bandera. En la gran plazoleta
estaba la bandera a media asta porque el día anterior había muerto Kirchner.
El sol era impiadoso, y el
lugar es gigantesco. Es de mármol travertino sin pulir y fue inaugurado en
1957.
Allí hay esculturas de Lola
Mora.
Hay un museo donde figuran
todos los países de América con su ubicación en el mapa, su bandera y su himno
nacional, llamado Galería de Honor de las Banderas de América. Descubrí que hay
un país de América de cuya existencia no tenía idea y que se llama Santa Lucía.
Está en el Caribe y es una isla.
Donde termina el Monumento
a la Bandera
está la Catedral.
Se había equivocado y
estaba yendo a Entre Ríos. Tuvimos que dar la vuelta. Llegamos de noche al
hotel Casic y fuimos a comer a un restaurante justo enfrente del hotel. Después
caminamos por la calle principal hasta la plaza, no había un alma en las
calles.
Viernes 29-10-2010. A las 7
yo ya estaba desayunando. Sunchales es un pueblo ganadero, muy arbolado y con
calles muy limpias y casas muy lindas. Allí está Sancor.
El hotel tiene un patio
central con una gran pileta y mesas.
Me senté allí a fumar un
cigarrillo y me vino a saludar Paulo Adorno, del Estudio Kiperman, que
estaba trabajando en una empresa
relacionada a Sancor. Que chico es el mundo.
A las 9,30 salimos en la
combi hacia Moisesville, que la guía pronunciaba ¨monsesviye¨ invariablemente.
Frente a la plaza está el
Museo Comunal, que fue abierto para nosotros y funciona en el edificio del
antiguo correo. Es raro ver gente caminando por el pueblo, igual que en
Sunchales. Nos atendió una señora que se llamaba Golde, nacida en una colonia
judía de Entre Ríos, y que vino a casarse y a vivir en Moisesville. Había dos
chicas jóvenes, Judith y Analía, que nos explicaron detalles del Museo. Judith
era más bien callada, pero Analía era muy conversadora, me contó que su
tatarabuelo habia llegado en 1889. Parecía de 35 años pero tiene casi 50, y dos
hijos estudiando en Santa Fe. Sus padres conservan las tierras de sus
antepasados y son productores agropecuarios.
Ella contó la historia de
la colonia. Los primeros inmigrantes eran 824 personas que huían de la
persecución de los progroms en la
Rusia zarista. Había oficinas argentinas en Europa para
promover la inmigración, y a través de alguna de ellas los inmigrantes
compraron tierras a Rafael Hernandez (hermano de José Hernandez). Fueron en
tren hasta Bremen y allí tomaron el barco Vessel que los trajo a Argentina,
donde llegaron el 14 de agosto de 1889. No consiguieron tomar posesión de las
tierras que habían comprado, y otros residentes en Buenos Aires que conocían su
idioma los pusieron en contacto con gente de la provincia de Santa Fe. Traían
consigo sus enseres domésticos, el samovar y elementos religiosos. Entre ellos
había un rabino llamado Aaron Goldman.
Cuando llegaron a la estación
de Palacios, en Santa Fe, en tren, buscando las tierras prometidas sólo
encontraron la estación de tren en construcción. Se quedaron allí provisoriamente
y allí murieron 60 de sus hijos, se cree que de tifus. Los enterraron dentro de
cilindros vacíos de kerosene. El 23 de octubre paró el tren, y en él viajaba un
médico austríaco llamado Luebental, que entendía su idioma y se interesó por su
situación. Se contactó con el Gobierno de Santa Fe y el Ministerio de
Relaciones Exteriores y consiguió que les entregaran las tierras más al norte,
hoy Moisesville, adonde llegaron a fines de octubre de 1889. Italianos establecidos
en las inmediaciones les marcaron el surco hasta allí y les dieron nociones básicas
de agricultura. Decidieron llamar al lugar Moisesville, comparando la salida de
Rusia con la salida histórica de Egipto.
Tiempo después el Dr.
Luebental se encontró en Europa con el Barón Hirsch, que era un filántropo, y
éste ayudó a otros inmigrantes a establecerse en Argentina, en Santa Fe, Entre
Ríos y Carlos Casares, Pcia de BA. Pero Moisesville fue la primera colonía
judía del país y fue reconocida oficialmente como poblado histórico nacional.
Cada familia tenía 10
hectáreas y pagaron $ 45 cada hectárea. Se establecieron en franjas, para
construir las casas unas cerca de otras y protegerse mutuamente.
Una vez establecidos,
crearon una escuela primaria, construyeron cuatro sinagogas, el Teatro Kadima
(que significa ädelante¨, una orquesta, sociedad de beneficencia, La Mutua Cooperativa Agrícola Ltda,
una granja escuela llamada El Alba, en la cual se enseñaban las tareas básicas
del campo. Cuando las escuelas pasaron a ser de la Nación formaron una escuela
complementaria de hebreo.
Actualmente el pueblo tiene
2600 habitantes, de los cuales son judíos menos del 30%. La mayoría de los
habitantes son productores agropecuarios.
Dentro del museo hay
documentos de los colonos, billetes rusos, pasaportes en los cuales se indicaba
que su poseedor era judío con una J roja, cartas, testimonios de la vida en los
progroms, cuadros, elementos de la vida cotidiana, vajilla, ropa.
El Teatro Kadima está
frente a la plaza y se empezó a construir en 1909. En un principio fue
biblioteca y centro cultural. Fue inaugurado oficialmente en octubre de 1929 y
para la ocasión llegó una cantante de ópera rusa. Hasta la década de 1980 allí
se proyectaban películas cinco veces a la semana. Tiene 350 butacas en la
planta baja y 150 más en el piso superior, donde también hay un salón con gran
cantidad de libros.
Actualmente se usa para
reuniones, colaciones de grado, fiestas. En las paredes hay unos adornos que
parecen ojos de buey, en los cuales originalmente se colocaban lámparas de
kerosene para iluminarlo, y las butacas tenian debajo un gancho para colgar el
sombrero. En la época de la colonia había un grupo de teatro de aficionados y
allí funcionaba una escuela de español para los recien llegados.
Moisesville se precia de
ser un pueblo de integración cultural: no hay actividades ni el Día del Perdón
ni el 24 de septiembre, en el cual se festeja la fiesta patronal de la Virgen de la Merced. Navidad coincide con la
fiesta judía de las luminarias, y en la plaza conviven el árbol de Navidad y la
januka, que es un candelabro litúrgico de ocho velas.
Frente a la plaza no hay
iglesia ni municipalidad, sólo casas y la Sociedad Kadima.
Más tarde fuimos a la Escuela Complementaria
Hebrea, en la cual actualmente hay sólo 18 alumnos. Pero hasta 2005 se habían
recibido allí 600 maestros de hebreo, entre ellos nuestras guías Analía y
Judith.
Cerquita de allí está la
sinagoga Barón Hirsch, monumento histórico nacional y actualmente en reparaciones.
En el siglo XX había cuatro sinagogas en el pueblo, subsisten 3, una fue
demolida, y su tabernáculo (especie de armario donde se guardan los rollos de
la torah) está en el museo.
Le pregunté a Analía cual
era la diferencia entre el idish y el hebreo, y me explicó que se escriben muy
similar y se pronuncian distinto, el idish era el idioma que hablaba la gente y
el hebreo era el lenguaje litúrgico, que luego fue adoptado como lengua oficial
del Estado de Israel.
Pasamos también por la
biblioteca.
Había mucho viento y frío
cuando llegamos al cementerio, que es de 1891, y fue el primer cementerio judío
del país. La religión sólo permite enterramientos bajo tierra, no los nichos ni
la cremación. Hay tumbas muy antiguas cuyas inscripciones en la piedra se han
borrado, hay otras con fotos, hay lápidas escritas sólo en idish y otras en
idish y en español. Hay una parte con arbustos de flores azules en la cual se
cree que fueron enterrados los 70 niños muertos presumiblemente de tifus en
1889. También está el sector separado de los suicidas, que antiguamente las
normas impedían enterrar cerca de los demás.
La siguiente visita fue a
la sinagoga Brennen que fue la primera en ser construida y data de 1889. Es la
única en la cual actualmente se hacen oficios religiosos. En Moisesville no hay
rabino, sólo un jasan, que es un cantor litúrgico con menos jerarquía.
En todas las sinagogas hay
galerías en la parte superior para las mujeres, que ya no se usan, porque las
ceremonias son mixtas entre los no ortodoxos. Los púlpitos están elevados y en
el centro, como en las sinagogas de Rusia y Polonia. En el fondo, que mira
hacia el este, donde está Jerusalén, está el tabernáculo, una especie de
armario donde se guardan los rollos de la torah, el libro sagrado. Sólo hay
rollos en las sinagogas que hacen oficios religiosos.
La última de las sinagogas
es la Arbeten ,
la de los obreros, más sencilla que las otras dos.
Terminada la ceremonia, nos
saludamos por indicación de Luis diciendo ¨Shabat Shalom¨, buenos deseos al
prójimo. Allí mismo a la entrada había una mesa con vasos, gaseosas, pan
trenzado, masitas de miel y nueces y otras redonditas. Lo hacen todas los
viernes a la tardecita y tiene una evidente intención social de reunión de la
comunidad.
La ultima actividad fue la
cena con comida típica. Muchísimas verduras, pescado, knisches de papa. Lo
único que probé fueron los knisches, pero tenían mucho gusto a cebolla. La
cocinera me vino a preguntar si quería un omelette de queso y me lo trajo.
Llegamos al hotel en
Sunchales quince horas después de salir, a las 12,30. Una jornada muy larga.
Sábado 30-10-2010. A las 7
estaba desayunando, yo sola. El desayuno del hotel Casic es excelente, muy
completo. Me encontré otra vez con Paulo Adorno, que estaba desayunando con
otro muchacho y me dijo que ya se volvían a BA. Me dijo que le había comentado
a la gente de la empresa de este circuito y le habían dicho que no tenía ningún
interés. Para mi, que me interesa la historia, es fascinante. Esta es la calle principal de Sunchales, un tráfico endemoniado!! El
edificio de la izquierda es el hotel Casic.
A las 9,30 salimos para
Palacios, primera escala en la zona de los inmigrantes de 1889 Alli hay un galpón usurpado y la oficina de
Pedro Palacios que en esa época trató con los inmigrantes.
Fuimos a la sinagoga, en la
cual no se hacen oficios religiosos. En la parte superior de la entrada dice: ´Esta
es la puerta de los justos´.
Hay una plaza que recuerda
a los inmigrantes.
En Palacios hay actualmente
800 habitantes y hay escuela primaria pero no secundaria. Tres veces por semana
pasa el tren de pasajeros que va a Tucumán, pero no para. Además hay trenes de
carga.
Encontré una iglesia!
Parecía rara aquí.
Muy cerca está la localidad
de Las Palmeras, en la cual también hubo una colonia judía y quedan algunas
personas de ese origen. Las Palmeras sólo tiene 680 habitantes y una sinagoga
sencilla con el púlpito a ras del suelo en la cual tampoco se hacen ceremonias.
En Las Palmeras estuvimos
en la estación de tren, donde hay un pequeño museo:
En todos los lugares la
gente que nos atendió era sumamente amable y estaban encantados de que se
interesaran en su cultura.
En el museo, una acción de la Cooperativa Agrícola
La Mutua _
Volvimos a Sunchales a
comer en una parrilla en la entrada del pueblo. Era todo exquisito. El viaje de
vuelta fue muy largo, el chofer quiso acortar camino para tomar la autopista
Santa Fe Rosario y tuvo que preguntar varias veces. Pasamos por un pueblo
espectacular en Santa Fe que se llama Felicia. Grandes plazas, una iglesia
enorme, casas suntuosas con grandes jardines. Paramos dos veces para tomar algo
y estirar las piernas. Llegamos a Florida a las 23,30. De allí me tomé un
remise y llegué a casa pasadas las 24.
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