Jueves 13/1/2011. Como Axel
ya está cansado, después de desayunar me fui sola caminando a la estación de
autobuses con la idea de ir a Medina del Campo a ver el Castillo de la Mota.
Perdí el autobús de las
9,15 y tuve que esperar hasta las 10,30 el siguiente. Tardó una hora en llegar
y paró en una plazoleta, no había estación. Pregunté en un negocio como llegar
al castillo y me indicaron. Caminé mucho, las primeras cuadras había gente pero
más adelante empezó a escasear. Llegué a un puente sobre algo que parecía el
lecho de un río seco pero era de material y de allí se veía, hacia arriba y
entre la bruma, la torre del castillo. Estaba totalmente encapotado y había
niebla, el piso estaba mojado pero no llovía, es la ¨niebla meona¨ (así la
llaman). Encontré una señora y le pregunté cómo llegar, y se sorprendió de que
quisiera subir, como si yo pretendiera ir a la luna y no al castillo que estaba
ahí nomás. Si hice 10000 km para llegar hasta aquí, no voy a asustarme por unos
pocos más. Más arriba encontré otro hombre, que me indicó unas escaleras. La
soledad era total. Había un sendero en un bosque y llegué al castillo, que es
IMPRESIONANTE. Gigante y con un enorme foso seco.
En el edificio enfrente al
castillo está el centro de visitantes y allí pregunté por las visitas guiadas,
pero sólo las hacen cuando hay grupos y yo era la única persona ante semejante
maravilla. Entré a las partes que se podían ver y toqué esos muros de 1000 años
sintiéndome el Cid Campeador, y recordé partes del poema de Manuel Machado,
¨Castilla¨, que ahora busqué en Internet porque no podía recordarlo entero:
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- , el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- , el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules y en los ojos
lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
“¡Buen Cid, pasad...! El rey nos dará muerte,
arruinará la casa,
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid no ganáis nada!”
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita “¡En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
“¡Buen Cid, pasad...! El rey nos dará muerte,
arruinará la casa,
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid no ganáis nada!”
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita “¡En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.
Mi interés en este castillo
viene de haber leído sobre él y a tener tatara – tatara abuelos con el apellido
De la Mota. Quizás
mi tatara – tatara abuela Javiera de la
Mota hizo el mismo camino que yo hice hoy en el siglo XVIII,
o vivía en el castillo o en las inmediaciones. Me quedé un rato y emprendí el
regreso por el mismo camino hasta que llegué otra vez a la plazoleta. Hay un
bar en la esquina, tenía mucha sed por haber caminado tanto, tomé una coca cola
y le pregunté a la que atendía allí cómo hacer para llegar a Tordesillas. No
hay servicio entre Medina del Campo y Tordesillas, así que hay que volver a
Valladolid y tomar otro autobús. Las dos ciudades están al sur de Valladolid,
una hacia el sudeste y la otra hacia el sudoeste.
Esperé hasta que llegó el
autobús. Mientras tanto le saqué una foto a la escultura que está en la
plazoleta:
En el viaje de vuelta a
Valladolid me senté a la derecha del bus y ví que pasábamos por Rueda –tierra
del vino blanco según un cartel- donde hay bodegas y viñedos y por La Seca , dos pueblos en los
cuales también nacieron antepasados míos.
Llegué a Valladolid a las
14,30 y a las 15 salió el bus a Tordesillas. Tomó otra autopista y el paisaje
era totalmente diferente, hacia este lado hay pequeñas sierras y terreno
ondulado.
Tardó sólo media hora, y en
Tordesillas sí hay estación de autobuses. Allí pregunté cómo llegar al Museo
del Tratado. Eran varias cuadras en subida bordeando el río Duero por la
muralla de la ciudad que está reconstruida. Llegué a las 15,45 y abría a las
16, así que aproveché para dar una vuelta por allí.
El Museo funciona en la
casa donde se hicieron las negociaciones entre los Reyes Católicos y el Rey de
Portugal Juan II, que dieron origen al Tratado de Tordesillas el 7 de junio de
1494, por el cual Castilla y Portugal se dividieron el Nuevo Mundo recién
descubierto.
La casa fue construida en
1488/1489 y pertenecía a un noble de la Corte de los Reyes Católicos que se llamaba
Alonso Gonzalez de Tordesillas. En la fachada está el escudo del dueño y de los
Reyes.
Yo no recordaba detalles
del Tratado de Tordesillas y en el Museo está muy bien explicado. También aquí
yo era la única visitante. Castilla y Portugal habían puesto fin a la guerra
con el Tratado de Alcacobas de 1479, pero en 1492 Colón descubrió América y
volvieron a complicarse las cosas. El Tratado consistió en trazar una línea
vertical 370 leguas al oeste de las Islas de Cabo Verde en el Océano Atlántico.
La llamaban la raya de Alejandro VI, que era el Papa, que por una bula homologó
el acuerdo. Todo lo que quedaba al oeste de esa línea era de Castilla. Los
firmantes del Tratado nunca se vieron las caras, enviaban sus representantes,
pero los Reyes Católicos estaban en la ciudad y quedaron muy contentos con el
acuerdo, porque a Portugal, por lo poco que se sabía entonces del nuevo mundo
recién descubierto, le quedaba casi todo agua.
De allí caminé 200 metros
hasta el Real Monasterio de Santa Clara, también sobre el río Duero.
Es un convento de clausura
en el cual quedan actualmente nueve monjas, y hay visita guiada de algunas
partes. Esperé unos 15 minutos y, otra vez, única interesada, visita guiada
sólo para mí.
Fue un palacio real en el
siglo XIV que Pedro el Cruel convirtió en monasterio de monjas clarisas. Tiene
estilo mudéjar, paredes pintadas en los
siglos XIV y XV, instrumentos musicales y muebles de esa época y el cielorraso
de la iglesia de madera recubierto en pan de oro, pero por todas partes surge
el estilo mudéjar de flores y figuras geométricas.
Allí entre el Monasterio y
el Museo del Tratado estaba el Palacio en el cual Juana la Loca , hija de los Reyes
Católicos, vivió recluida durante 45 años hasta su muerte, y que fue derribado
en el siglo XVIII. Hay una maqueta que lo recuerda.
Cuando salí de allí pasé
por la Plaza Mayor
y en camino a la estación de autobuses ví las callecitas medievales con
edificios antiquisimos, y la
Iglesia de Santa María.
También aquí en Tordesillas
nacieron antepasados míos.
Llegué a la estación pasadas
las 18 y el próximo bus a Tordesillas salía a las 19. Tomé un café en el bar y
un sándwich de jamón crudo, se estaba haciendo de noche y hacía frío. Ya
aprendí que tengo que pedir café americano, porque si no me dan un café
chiquito y fuertísimo. Pagué 3,10 euros, en Retiro cuesta mucho más!!
En media hora estaba en
Valladolid. Tomé un taxi y volví al hotel. Me duelen la cintura y los pies de
tanto caminar Castilla. Axel estaba dormitando, ya no vamos a salir.
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